Faeton

Al llegarme a ti

Al llegarme a ti,
hechicé a la Luna con un beso,
bebí el calor de tu cálido seno,
saboreé el sabor de tu aliento sereno
y borré de un suspiro la distancia que media
entre el amor y el deseo.

 

Al llegar tú a mí,
extendí una alfombra a mi tristeza
para que echara a volar lejos,
muy lejos de aquí;
lejos de ti y de mí.

 

A salvo creí estar,
a salvo de un amargo de despertar,
de la locura y el malestar;
pero la esperanza fue tan vana
como una ilusión de paja;
porque la tristeza tan pronto viene como va,
y así se presenta en el momento más inesperado,
a traición,
como un huésped que no necesita ser anunciado
allí donde es bienvenido y siempre está invitado.

 

Al llegarme a ti entendí,
con claridad meridiana,
que nada se oponía entre nosotros,
sino un manto oscuro cargado de oscuros presagios
que amenazaba con devorarnos.

 

Al llegar tú a mí,
sacudí los restos de melancolía
que tiznaban mis mejillas
y desplegué un mantel de alegría
que duró lo que dura
el sueño a mediodía.

 

Al llegarme a ti comprendí
que había todo un nuevo mundo por descubrir
y que lo que entonces se abría ante mí,
para pasmo de mi sentir,
no era sino el maravilloso espectáculo del amor
floreciendo en tu vivir.

 

Al llegar tú a mí observé
desde la atalaya de una renacida pasión
el lejano titilar de las estrellas que,
auscultando las esferas,
dispersaban los agujeros negros de mi corazón;
y así interpreté ese ciego resplandor
como el fiel reflejo de nuestro amor.

 

Y ahora,
al recordarte,
la pena que cosida está a mi corazón
se deshilacha en nubes de algodón
que en bandada vuelan hacia a ti,
mi amor,
con tan sólo nombrarte.

 

Y ahora que estoy sin ti,
un zarzal con raíces como espinas
crece en una oscura galería de mi corazón
donde siempre llueve y nunca brilla el Sol.

 

© 'Te quiero, no lo olvides. Poemas para Psyche', Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.