joaquin Méndez

De mis ojos saliron unas lágrimas que resbalaban por mis mejillas.

Hoy… debería  felicitarme…a mí,  mismo.


¿Por qué? 


Pues, por que hoy,  la veré, hoy,  tal vez  pueda tenerla entre mis brazos, o…no,  quién sabe.  Llevo tanto tiempo sin verla que no se cual será su reacción.


Hoy, es un día muy especial  para mí y tal vez también para eya, bueno para eya no sé, para mí sí.


Hoy…el corazón se me sale del pecho, estoy tan emocionado, tan nervioso, tan intranquilo, veo su imagen sin estar todavía presente, me la imagino igual que el día que marcho hace diez años, estaba tan hermosa cuando subía  aquel tren. ¿ESTARA IGUAL? O quizás más bella, no sé.


Ya, se escucha el silbato del tren en la lejanía.


 ¡¡¡Dios que nervios!!!


 Me dan ganas de esconderme, y verLa llegar  sin que sus ojos me vean.

 Valla se re tonto, mira  que querer esconderme, que cosas tengo.

Se oyen los frenos del tren deteniéndose lenta mente muy lentamente, huy...que despacio desesperante,despacio  que lentitud.


Se abren las puertas automáticas, sale la gente,  mucha gente, yo miro a un lado y a otro, no la veo, sigo mirando, no la veo,  de pronto entre el humo apareció su figura,  ¡joder!

Es un verdadero ángel  que hermosa, hermosísima más que cuando partió diez años a tras, le dedique una sonrisa… pero vi algo que me encogió el corazón.


Aquella hermosa mujer, no venia sola un hombre alto  y rubio la acompañaba  y la llevaba cogida por la cintura.


Algo no era como yo había pensado,pero eya en sus cartas nunca me dijo que estuviera con nadie, ¿Por qué no me lo dijo? ¿Porque dejo que siguiera ilusionado con su amor?.


Mis piernas temblaban,  sentí desvanecerse toda  mi ilusión,  me  hubiera sentado en el suelo sin pensar, pues me quede sin fuerzas, pero sin fuerza ninguna.


Ella se acerco sonriendo medio dos besos y me dijo,-Mira este es Alberto, Alberto este es Joaquín.


 -Tanto gusto murmure. A,  lo que él me contesto –El gusto es mío.

Si os digo la verdad,  a mi no me dio ningún gusto conocerlo, pero ningún gusto.


-Hemos alquilado una habitación en el hotel, pasa luego habernos y hablamos, me dijo mientras me daba un pellizquito en la mejilla, ¿lo harás? No te había dicho nada  de Alberto, lo siento, me dijo y comenzaron a alejarse por el arcén.


Yo me quede, frio alado,  viendo como se alejaban, muy abrazados. De mis ojos saliron unas lágrimas que resbalaban por mis mejillas.


Mire al tren y sin saber lo que hacía, subí a él, para emprender  un viaje sin destino.


Autor. Joaquín Méndez. Recebados todos los derechos. 27/04/11.