Carlos R. Barrera

Musas de mi corazón...

Regocijado entre los brazos de Morfeo,

mi  camino me condujo asta Helicón

resaltando belleza de todo lo que veo,

es la casa de las musas de mi corazón.

 

La vida del soñador de la realidad escapa

buscando resaltar lo hermoso, dulce y delicado,

consiente de lo que conlleva, defenderá a capa

                                                    y espada.

 

Mi peregrinar en vela y a ciegas me mantuvo

llevando a mi realidad divas de este mundo,

la primera equivale a Afrodita, cual lobo

hambriento por su belleza y pasión desmesurada

                                    como loco me sostuvo.

 

Siguiendo el sendero fiel a lo desconocido,

cruce camino con otra deidad, Hestía,

quien me obsequio intriga al no comprender,

la vida apegada a su castidad, otorgaba alegría.

 

Conocí a Polimnia, hipnotizaba con su canto,

escucharla era mas que un deleite angelical,

encontré a Minerva, tan corta vida en tiempo,

con gran sabiduría y magia artesanal sin igual.

 

Juventa... Ninfa reencarnada en aquella

que junto a mi llego y mostró su eros amor 

bebiendo de sus aguas rejuvenecia tanto,

mi alegría resplandecía cual efímera estrella.

 

Y la mas reciente y joven de mis musas,

poseedora de ternura y belleza en cuerpo y alma,

como entre todas juntas no encontré jamas.

 

Estoy seguro, tanto que lo juro,

que si Eros volviera habitar entre nosotros

lo aseguro, de ella se volvería a enamorar,

pues Psique su gran hermosura nos volvió a mostrar.

 

Desencadenando frívolas tinieblas al tiempo,

mi alma no encontró la paz jamas,

pero el recuerdo de cada una de ellas

el corazón aviva y fuerzas me dan mas...

                            

 

                                         Carlos R. Barrera