Alejandro José Diaz Valero

Daño magnificado (Fábula)

Un ciego caminaba por una senda,

guiado por su perro lazarillo,

y se topó con un caminante cualquiera

que caminando a prisa y por descuido

con unos grafios de agudo filo,

que sobre sus hombros traía

causó un terrible accidente

y dejó al pobre invidente

con sus dos cuencas vacías.

Aquel hombre asumió con valentía

la magnitud del daño causado

y sin recurrir a defensa de abogado

acudió sin demora, de una vez,

a admitir su culpa frente a un juez

y le comentó de modo sereno:

Su señoría, a usted me entrego

he causado un daño irreparable

y he venido a confesarme culpable

por haber dejado, a un hombre ciego.

 

Muchas veces causamos daño…

Pero a veces también, lo magnificamos.