El Hombre de la Rosa

SURCOS

Sin reales

oficio y menesteres,

estaba muy triste

el campesino,

sólo sabe apañar

ejidos yermos,

sin tener reservas

ni otros medios.

Con la azada y arado

solamente,

ayudado de pujanza

que dispone,

con esfuerzo

y la reja de su hierro,

se empeñó en regar

con su agonía,

la tierra castellana

de sus feudos.

Con tan vieja

y dura vestimenta,

se afanó en labrar

su ejido entero,

dejando en la larga

y áspera campiña,

su  anhelo y el afán,

insatisfecho.

Pero con firmeza

y la fuerza que tenia,

se afanó en arar

su ejido seco,

la fatiga el sudor

y su negro sino,

en Castilla dejo

sudor y empeño.

Pero al fin de la tarde

el campesino,

dibujó sobre la tierra

agradecida,

una línea de surcos…

¡¡Tan derechos!!

Que su tierra

lloraba agradecida.

 

Autor:

Críspulo Cortés Cortés

El Hombre de la Rosa

12 de abril del 2011