escritor1982

Sureña


Como un hálito de gélidos alcatraces,

los vientos de la partida

caen de tu ingrávida despedida

sobre el oleaje de mi melancolía

como los pañuelos caen en el puerto

tras cotejar adiós con lejanía.

Al ritmo silencioso

de tu mano en el vaivén

llegan y se van mis condenas

a los bajeles del lamento,

pero el silbato agudo del perderte

quema en el pecho

como en mis ojos arde este llanto sin mar.

Cuando la luna llegue a lo más alto

que terrible será comprender

que contra las marejadas del amar

faltará la serenidad de tu acento /

que ya no cabrá milagro sin santo,

ni tendré la certeza tan frágil

de acunarte entre la angustia y el latido.