Te soñé sin saber que soñaba. Te vi allí, tan cerca que estiré mis brazos para alcanzarte. Escuche tu voz susurrándome un ‘te quiero’ mientras te acariciaba el rostro y dejaba mi huella en un beso. Sentí tu presencia en mi latir que sin voluntad componía una melodía inspirada en tu mirada, mirada que me saca una sonrisa aun cuando mis ojos nublados están. Fue callar y solo sentir que a mi lado estabas para no marcharte más. Fue derretir y evaporar cada rencor, cada herida, cada desprecio, cada decepción. Fue tocarnos y eliminar nuestro pasado para empezar nuevamente lo que pudo y no fue jamás. Fue de abrazarnos y dar por muerto las barreras que nos impedían llegar al límite de la felicidad. Sin saber que soñaba, floreció la sonrisa ilusa que no sabía que con el tiempo marchitaría. Asi fue llegando la mañana, con ese rayo de sol pegándome en la cara, burlándose y dándome los buenos dias mientras mi sonrisa desvanecía al ver que solo me encontraba enredada entre sabanas. Asi la realidad me consume y me aclara que por momento, me olvide que existió un adiós entre los dos. Era de vivir soñando y no despertar. Era de levantar el teléfono y besar el auricular cuando dijeras q todo era verdad. Es de gritar “basta!” y que nadie te escuche. Es de tener pastillas para no soñar y no tenerte presente ni en sueños.
Corazón malcriado que aunque castigado se encuentre, no comprende que lo mejor es darle punto final a esta angustia y empezar otro capítulo.