Jose Urbina

Mujer, Donde están los que te condenan?

Entonces los escribas y los fariseos

Trajeron a una mujer sorprendida en adulterio,

Pues eso por la ley ya era un caso serio

Y, después de ponerla de pie en medio de ellos,

Le dijeron a el sin ajetreos:

 

 “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida

En el acto de cometer adulterio.

En la ley Moisés prescribió que este acto se lapida

Y a mujeres de esta clase se les lleva  al cementerio.

 

Tu, pues, que eres maestro ¿que dices?”.

Pues, si al pecado eliminar de sus raíces

O dejar que esta mujer viva,

Y cometiendo adulterio siga.

 

Por supuesto, decían esto para ponerlo a prueba,

A fin de tener algo de que acusarlo.

Pero Jesús se inclino y empezó a ignorarlos

Comenzando a escribir en la tierra con el dedo en la gleba.

 

Como persistieron preguntando ya acalorados

Jesús se enderezo  con su espíritu en medra

Y dijo a todos los abochornados:

“El que de ustedes este libre sin pecados

Sea el primero en tirarle la primera piedra”.

 

E inclinándose de nuevo,

Siguió escribiendo en la tierra.

Con una varita de trebo

Ya Sin pleitos,  acusaciones, sin guerra.

 

Pero los que oyeron esto empezaron a salir,

Uno a uno,  comenzando por los ancianos,

Y la mujer empezó a percibir

Que ya nadie la apuntaba con la mano

 

Y los dejaron solo,  ya sin litigio

A Jesús y a la mujer que estaba en medio de ellos

Enderezándose, Jesús le dijo:

“Mujer, ¿Dónde están aquellos?

 

¿No te condeno ninguno?”.

Dijo ella: “Nadie señor”.

Siendo Jesús muy oportuno

Le dijo a la mujer con todo el amor:

 

“Tampoco yo te condeno”.

Vete: desde ahora ya no practiques pecado”.

Ve, y consíguete un hombre bueno

Y ámalo con el amor que nunca has amado.

 

La mujer se arrodillo a los pies del Buen Jesús

Dándole infinitas gracias

Pues en su corazón ya había entrado esa luz

Y ya no quería seguir con esa contumacia.

 

Así perdona el poder de la gracia
cuando entra el arrepentimiento verdadero
y así se aleja toda desgracia
cuando perdona el que sufrió en el madero.