¿Ves ese camino luminoso que nos rodea,
 que se eleva hacia el sol,
 y nos invita seguirlo?
Los que están a nuestra siniestra lo evitan
 y prefieren seguir el sendero oculto
 por las grisaceas sombras.
 Vagando sin rumbo 
 y sin más compañía que la soledad.
Huyen de la luz, pues les daña
 el halo de pesadumbre que les rodea.
 Temen encontrarse con otros,
 pues son incapaces de expresar
 sus pensamientos, sueños,
 penas y alegrías.
Todavía no han encontrado ese guía
 que les conduzca por este camino
 luminoso y feliz.
 ¡Pobres seres, incapaces de ver 
 el mundo tras ese velo oscuro que
 cubren sus ojos!
Ahora, compañera, caminemos 
 y abandonemos este mundo gris
 para remontarnos al cielo celeste
 donde la sabiduría nos ha de cegar.