FELINA

LA CASONA DE MIS ANCESTROS

 

La casona de mis ancestros

 

Radiantes de fe los corazones,

de los que habitaron ésta comarca,

vieron desfilar los sueños juveniles...

construyendo cada cual, su nido.

 

Casita de largos corredores,

adornada con anturios y helechos,

con orquídeas que rosaban el techo,

dalias, crisantemos y hasta platanales.

 

Circundaban la gruta, de la reina de los cielos,

mariposas vagarosas, libando en los rosales,

canarios, azulejos, golondrinas y turpiales...

con sus gorjeos tan sentimentales.

 

Casona de chambranas, talladas de ilusiones,

de aquellos amores que allí dejaron

recostadas las promesas, a montones,

allí fundieron sus besos y luego se alejaron.

 

Paredes que escucharon los gemidos,

de la febril pasión de adolescencia,

allí, se guardan los más íntimos secretos,

quedaron plasmados en los lienzos.

 

Iluminados por la luz del alabastro,

amarillentándose con el paso de los años,

agrietándose,  por el calor que reflejó el estío,

allí se conservan... ¡sin pena ni olvido!

 

Alondra anochecida, en los aleros,

dando tibio abrigo, a sus pichones…

con pico de sierra, pájaro carpintero...

va talando el árbol, dejando un agujero.

 

Palomas que rompen el silencio,

con sus seguidos currucuteos.

El gato duerme, en el sillón desvencijado...

con el perro, que le ladra al forastero.

 

Los caballos relinchando, brincan briosos,

las vacas van sumisas al ordeñadero.

Botón de lirio estallando en los jardines

y magnolias, que perfuman los senderos.

 

Se percibe el aroma a café, recién colado,

de los bellos cafetales florecidos,

naranjales con aromas de azahares

Y creciendo erguidas, hasta tocar las nubes,

las palmas de corozo y chontaduro.

 

Los cacaoteros que se visten de magenta,

los limoneros, las limas y frambuesas,

el zapote, que se camufla dentro del monte.

Y sirviendo de refugio, a la enredadera,

se levanta el fértil mango,adornando el horizonte.

 

Irrumpiendo la paz de aquella granja,

sobre la hojarasca que yace adormecida,

corretea el gallo a las gallinas...

que por la vara, presurosas van subiendo,

van a resguardarse, al gallinero.

 

Chiquillos jugando en las praderas,

intentando elevar una cometa…

los más grandes, elevan la pelota,

que se pierde en la espesura, hecha jirones.

 

Las niñas jugando a las muñecas,

con sus bucles, bien vestidas y coquetas,

los abuelos escuchando algunos tangos,

recuerdan con nostalgia épocas viejas.

 

Los apuestos padres, jóvenes labriegos,

el hacha levantan para rajar la leña,

las matronas están en la cocina,

atareadas con el guiso y la morcilla.

 

Los párvulos floreciendo en primavera,

van desfilando por la ladera,

dejando resbalar sus enclenques cuerpos,

por la fértil  tierra, mojada y bendecida,

formando un tobogán de dulces sueños...

que refulge, con sus cándidas sonrisas.

 

Y acariciados por la brisa matutina,

alegres van a caer al riachuelo...

así bañanado sus anhelos infinitos...

sólo se escuchan los estruendosos gritos,

de la felicidad... que les inunda el alma.

 

Van saltando de piedra, en piedra,

 de charco, en charco, haciendo piruetas

y monerías, que se reflejan...

de la quebrada, en el agua cristalina.

 

De los juegos, son testigos los guaduales,

 de los que dicen, que siempre están llorando...

El tiempo no es problema para ellos,

sin detenerse el péndulo, las horas van pasando.

 

Comienzan el concierto

los grillos y chicharras...

los pájaros buscan su aposento,

las flores dormitan en silencio,

los árboles dejan de mecer sus ramas.

 

El sol, deja una estela rojiza en el paisaje,

mientras se va perdiendo en el ocaso,

la noche se hace presente...

con un cielo, tachonado de luceros

y con una luna nueva, que poco alumbra.

 

Empapados y de hastío tiritando,

sin un farol que les alumbre el paso,

sólo con la tenue luz de un relampago,

emprenden el camino hacía la estancia.

 

En sus mentes... van llevando,

de antaño,  las historias

que narraban nuestros viejos…

El duende, pata sola, el moan y la llorona,

son leyendas primitivas, que infundíeron miedo.

 

Hacinados todos, en un abrazo,

con la respiración entrecortada y lenta,

van marcando las huella en la grama...

por el sereno de la noche, está mojada,

van viviendo la agonía del espanto.

 

Y fijando en la casona las miradas,

por la cual, se vislumbra en ventanas,

las siluetas de las madres, que angustiadas

esperan el regreso de sus infantes,

para acunarlos en sus brazos

y abrigarlos del frío en sus regazos.

 

Hoy ésta casona, con el ambiente

impregnado de reminiscencias,

sus puertas están abiertas todas...

esperando, que desfilen nuevos huéspedes

y que dejen allí... tatuadas sus memorias.

 

Todos los que habitaron éste entorno,

los que se fueron a buscar otros destinos,

los que se llevaron su bagaje hacía lo eterno,

alli postrados a la diestra de Dios padre...

nos miran, con suma complacencia.

 

¡Viendo, cómo se nutren de amor los corazones!

 ¡Cómo se abrillanta la gema de la esperanza!

¡Cómo el tiempo no carcome sus maderos!

¡Cómo se habita con afecto y añoranza!

Felina