Julio Cortazar

Carta a una mujer.

   No sé por donde empezar, son demasiadas palabras para este tiempo que nos comprime el pecho. Uno quiere volver a nacer, recorrer una vez más su pasado  y corregir todos sus errores e incluir en él las miradas que por cobarde uno se calla; ensayar al menos los encuentros después del cine sin culpar a nadie cuando un detalle interrumpe un deseo en concreto, tus secretos que tanto mordieron mis labios. Dicen que la noche es el placer para los dioses, otros la entrada a la soledad, ¿para ti que significado tiene? Si ahora seguimos debajo de ella cubriendonos con la inmensidad intima de los cuerpos, con otros cuerpos que no son los nuestros, de un pasado turbulento donde eramos dueños de todo, absolutamente todo. Con que facilidad caía ante tu mirada, bastaban tus ojos fijos a metros de distancia trenzando la fugacidad tímidad de mis ojos. Así dormíamos, así viviamos, somos gente a final de cuentas.

   Ahora la literatura no deja de ser importante en mi vida pero: ¿Qué significa cúando frente a tí hay un muro blanco, sin nada? Sientes como si ya no tuvieses a donde ir ni camuflarse al menos la punta de los dedos para rescatar el eco de las despedidas. Mis poemas que fueron tuyos, que guardas en tu cajón con seguro es lo que te queda, mi novela inconclusa que llevas leyendo en el bus (no sabes que está terminada) camino a la universidad son los restos de una guerra de distancias y de recuerdos, de perdón y un adiós fugáz.

   POSDATA: Como tú dijiste alguna vez: " vivimos en un eterno andar" Asi es la vida.