Lídice Robinson

Vientre vacío

A la madre sin Hijos

                      

 

¡Oh, corazón! Corazón fresco,

De palpitante y tierno procrear,

De mirada franca y cristalina,

De cuerpo libre de peso maternal.

 

De arriba no has sido llamada,

Para un niño en tus entrañas llevar,

Pero esas mamas de dulce miel

Saben la ausencia perdonar.

 

Con el tiempo, la mirada grata

Del infante que su madre te creyó,

Y sabe en su alma tu cuidado atesorar

De regocijo tu existencia colmará.

                                               4 mayo 1990