El Hombre de la Rosa

GAHETE

Gahete que pueblo es,

De la andaluza comarca.

Sotomayor lo domina,

Sobre las tierras y casas.

La que cercaron los moros

Con muros y torres altas.

La que gano por prestigio

Sebastián de Belálcazar,

La del templo de los monjes,

La de la torre gallarda;

Emporio de su riqueza,

De Zúñiga, de la Patria.

Que en sus brazos se dormía

Por su paz y su abundancia,

Llega de cálido polvo,

Dejando atrás nube blanca.

Que los caños del pilar,

A la vista borra y tapa,

Un jinete de correo

En una sudosa jaca.

Cuyo ijar la espuela rompe,

Y a quien da un látigo alas.

El rostro como de azufre,

Los ojos como de brasa.

Demuestra que es mensajero

De peligros y desgracias.

En corto tiempo aporta

Nuevas de tal importancia.

Temores tan repentinos,

Con sus mágicas palabras,

En el pueblo todo altera,

En el castillo la alarma.

Y el sueño de Belálcazar

En mar borrascoso cambia.

Alarma y clamor confunden

Las antes sensatas casas.

Agitando al pueblo entero,

Entre las calles y plazas.

Plebeyos, nobles y grandes,

Franciscanos y hombres de armas.

Pastores y boticarios,

Los tratantes y garnachas,

Forman un cuerpo compacto,

Donde solo vive un alma.

No tienen ya otro interés,

Ya no hay gente encontrada,

Ya sólo queda un deseo,

El grito de la venganza.

Casonas, fraguas y templos,

Conventos, humildes casas,

Se vuelven cuartel inmenso,

Donde sólo se ven armas.

En el castillo tambores,

Donde se alistan las almas,

Ganchos, estevas y cirios,

Hierros, báculos y varas.

Se juntan con las agujas,

Para pinchar como espada.

En guerra y muerte terminan

De los templos las plegarias,

En guerra y muerte concluyen,

De amor las dulces palabras.

¡Vamos a matar los moros!

Proclaman con fiera audacia,

Una gleba de muchachos,

Con sus espadas de caña.

¡Vamos a matar los moros!

Dice un anciano en la plaza,

Con la cachaba en la mano,

Con un siglo a sus espaldas.

¡Vamos a matar los moros!

Grita un joven en su jaca,

Dando giros con la potra,

Blandiendo una antigua lanza.

De la torre de la iglesia,

La gigantesca campana,

Con lengua de eterno bronce,

Cuya voz seis leguas anda.

A la borrasca ensordece,

Al relámpago amilana,

Remueve la baja tierra,

Y hasta el cielo le acompaña.

¡Vamos a matar lo moros!

A guerra convoca y llama,

El Valle de los Pedroches,

Y Gahete que es su casa.

 

Autor:

Críspulo Cortés Cortés.

El Hombre de la Rosa

25 de marzo de 2011