Víctor Jiménez

Víctor Jiménez es un importante escritor español de nuestro tiempo, nacido en Sevilla en el año 1957. Se dedica fervorosamente a la escritura, compaginando dicha labor con la docencia en la ciudad antes mencionada.
Colabora de forma constante con diversas revistas en papel y formato digital, entre las que se encuentran Prima Littera, Litoral y Piedra del molino.
En lo que respecta a su creación literaria, ha publicado varios poemarios, entre los que podemos mencionar "Al alba nueva de mi sangre", "Cuando venga la luz", "Taberna inglesa" y "Al pie de la letra"; por muchos de los cuales ha sido premiado, recibiendo galardones como el Noctiluca de Poesía Amorosa y el Internacional de Poesía Luis Cernuda. Además ha sido escogido para ser incluido en diversas antologías poéticas junto a otros autores de renombre.
Quienes han leído minuciosamente su obra ubican el estilo de Jiménez en una línea vecina al clasicismo, donde se respetan ciertos temas y se escoge una expresividad cuidada y elegante. Sin embargo, no se queda en el conservadurismo, sino que más bien intenta mostrar una nueva forma de escritura en la que se conjugan las estrofas clásicas con el verso libre.
En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas, tales como "El color del dinero", "Flor de un día" y "Puente aéreo".

Poemas de Víctor Jiménez

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Víctor Jiménez:

La vida

Del alba a la agonía
la vida es duda. ¿Acaso
pena? No viene al caso
hablar de la alegría.

Solo o en compañía
lo mismo, paso a paso:
mañana, tarde, ocaso…
y nada cualquier día.

Del alba a la amargura
hay tal vez lo que dura
sólo la primavera.

Después la vida pasa
de todo. Y no se casa
con nadie aunque la quiera.

La arriada

Mana recuerdos tibios
la tarde de noviembre
mientras sobre la cama
me acostumbro a la muerte.
Acodado y absorto,
un niño, desde el puente,
contempla, al sol, las barcas.
Con ojos transparentes
el niño mira, y tiembla
el agua en las paredes.
Con las aguas del río,
del mar y de la fuente,
con las aguas del cielo
lo que se fue nos vuelve.
Sigue lloviendo y sigo
haciéndome a la muerte.
Con la lluvia verdean
los recuerdos de siempre.
Humeante y veloz
pasa un tren bajo el puente
y en su estela de humo
a lo lejos se pierde
sin dejar lejanía.
En mi pecho inocente,
de niño, qué milagro,
qué alegría, qué suerte
no saber cuánta vida
se nos va con los trenes.
Y después, cuánta lumbre
apagada en la nieve.
Como un perro de sombra,
¿quién una, algunas veces
no dejó vagabunda
el alma en los andenes?
Se empañan los cristales
del recuerdo. Me vence
el sueño. El niño va
cayendo en la corriente.
Nada. Nada después
más triste. Lentamente,
en las aguas del tiempo,
como el gozo fue hundiéndose.
La lluvia va amainando,
apenas casi llueve.

San Bernardo 10

Donde hoy una ventana,
hubo ayer una puerta
de par en par abierta
al sol de la mañana.

Donde hubo una campana
tocando a vida cierta,
hoy sólo se despierta
mi pena y se desgrana.

Ansiar tanto el encuentro.
Correr sin que se acabe.
Llegar bajo la luna.

Y está mi infancia dentro.
Y he perdido la llave.
Y no hay puerta ninguna.

Abril

Como la brisa apareció en la tarde
de aquella tibia calle con naranjos.
A mi encuentro venía lentamente,
como si no quisiera llegar nunca
o buscara quién sabe qué misterio.
Por fin llegó a mi altura y se detuvo
-justo cuando esperaba su pregunta
con ese rubio acento de ojos claros
que tienen las muchachas extranjeras-
a coger unas flores de azahar,
hasta entonces tan lejos, de tan cerca.
Después siguió despacio su paseo
sin mirarme siquiera, en sus asuntos.
Y me alejé sabiendo que yo supe
por ella que volvió la primavera.

El color del dinero

He puesto cuanto tengo a plazo fijo,
y renovable por el tiempo
que Dios quiera, en la nueva sucursal
bancaria de mi calle;
que, tal y como están las cosas hoy,
es mucho desaliento para llevarlo encima
y demasiada sombra para tenerla en casa.
Así que, cada dos o tres
melancolías,
me paso por el banco donde
una hermosa muchacha
atiende en ventanilla
e ingreso mi salario
de rutina, reviso el saldo
de mi historia y retiro
una pequeña suma de ilusiones.
Para cubrir mis sueños semanales
me basta con mirar
el color del dinero
de sus ojos.

Flor de un día

Si siempre ha sido flor
de un día la esperanza
y hasta la piel que tocas
mañana será nada;

si todos somos nadie
y nadie supo nunca
que fuera más que sombra,
que fuera más que duda;

si ni siquiera sé
si aún nos queda tiempo,
¿qué me quieres pedir?
Para darte, ¿qué tengo?

Por no decirte amor,
dolor, ¿te digo olvido?
Por no decirte vida,
herida, ¿qué te digo?