El cuadro

Víctor Jiménez

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(Gaspar Melchor de Jovellanos,
por Francisco de Goya)


Como un lento, oscuro, inmenso
mar que anega el corazón,
crece mi desolación
hoy, más cuanto más lo pienso.
Tan débil, tan indefenso
me hallo ante la soledad,
la responsabilidad,
los ataques, las intrigas...
Y carcomidas mis vigas
por la pobreza y la edad.
Y la sombra me aniquila.
No me queda ni la lumbre
del amor ni mi costumbre
de vida dulce y tranquila.
Sólo la luna vigila
el enjambre de mis sienes.
¿Y me dices tú que vienes
a pintarme? Goya, amigo,
si aún te vale este mendigo
de la dicha, aquí me tienes.

Deja, Gaspar, encendida
la luz de la inteligencia.
Ignora toda presencia.
Acomódate y olvida
cuanto no sea tu vida.
Y ahora al fin, amigo fiel,
que, para siempre, la hiel
más honda de tu amargura
se funda con mi pintura
en la llama del pincel.

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Comentarios4
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    Elsy Alpire Vaca Hermoso Poema y sus encantadoras metáforas. Gracias.
  •  
    Pruden Precioso el diálogo entre ambos amigos con el añadido del doble retato que fielmente refleja el momento por el que atraviesa Jovellanos: la inevitable senectud!
  •  
    Xilos .......Y ahora al fin, amigo fiel,
    que, para siempre, la hiel
    más honda de tu amargura
    se funda con mi pintura
    en la llama del pincel.
  •  
    El Ángel Solitario me facina la rima de este poema,le da cierta musicalidad al poema ,maravillada quede con tan majestuoso poema
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