Rafael Gutiérrez

Rafael Gutiérrez nació en Guatemala a mediados del siglo pasado y es un prestigioso autor de esta tierra. Por otro lado, trabaja desde hace tiempo por la promoción de la lectura y las nuevas voces en el ámbito de la poesía. Actualmente, dirige la revista de la Universidad de San Carlos de Guatemala, de prestigio internacional, y continúa sin pausa su creación poética.
Entre sus poemarios, pueden mencionarse "Sin amor ni libertad jamás", "Epigramas a Angélica", "Me llamo Ezequiel Martínez Urízar, revolucionario de pura cepa para servirle a usted" y "Versos del Des/encubrimiento"; algunos de los poemas contenidos en dichas obras se encuentran disponibles a continuación, como por ejemplo "Angélica crepuscular", "El rayo de tus furiosas libertades" y "Roguemos que mañana". En ellos se aprecia una mirada profundamente poética sobre la propia realidad, de alguien que no ha temido poner en palabras sus miedos más atroces y criticar a aquéllos que no compartían su ideología; estuvo dispuesto a manifestarse contra las ideas patrióticas y lamentables que ensucian la paz del mundo, objetando que "hasta las hormigas confabulan contra la alegría". De todas formas, Rafael nunca se manifestó como parte de un movimiento; sus ideas se ubicaban en ese punto del cuadro en el cual izquierda y derecha se unían, para desaparecer.

Poemas de Rafael Gutiérrez

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Rafael Gutiérrez:

Ars mística

Hoy gozo en la poesía obedezco creo en sus oráculos como también empecé 
a creer en dios sus profetas potestades desde aquella noche en que falto de fe 
me arrastré convalecí hasta ti chorreando tristísimas escamas 
amamantando salamandras con mis más negras raíces glaucas lágrimas 
que no sé de dónde y a poco me abriste el milagro de tus piernas 
angélicas y supremas para que yo amor amor me santificara a perpetuidad 
y entonces nazco brillo dolor también adiós.

Si acaso es tiempo, ay ingratitud tan iracunda, para darte las gracias hoy

Gracias, compañera, por haber
rescatado mi corazón cautivo
en la maldita región de la bruma,
acaso solitario vicio de mirar por el ojo de una caverna,

gracias por esta ventana abierta al viento,
             por esta victoriosa amapola,
             por esta palabra ahora cobijada
y ayer apenas flotando, sin tregua y sin mañana,
como un tronco viejo deriva debajo de la esperanza.

Porque ahora este mundo que habito
(acaso también el tuyo y el de todos)
es una pequeña sala
en la que solemos conversar sobre el diario quehacer del sueño,
sobre el siempre necesario bálsamo
del verso y la lluvia y la primavera,
en torno
a esa colectiva pregunta cotidiana que nos ocupa
y a la que damos respuesta día y noche
quizá absueltos o condenados,
dispuestos a ser cada uno, según nuestra propia corona de espumas
o escorpiones, los felizmente jóvenes del porvenir
o, simplemente, incrédulos fantasmas
de que éste exista de veras.

Porque en este prodigio
que en mí has obrado,
oh ingenuidad
nunca parecida y siempre perdurable,
retornan todas las fábulas
de la infancia: que si dios creó al perro
para enamorar con su ladrido a la luna,
que si el viento
para sostener, en vilo, el corazón de la mariposa,
que si la luz
para que brillase, como una punta de alfiler,
en el frutal asomo
de una lágrima tuya, hermosa compañera culpable de tanta tontería.

Amor limitante

Creo
       que
            no
                 has
                       comprendido
                                            bien

mi poesía: ensancha la brisa al alba sus dedos en la quieta arena
no es igual a le es ancha la prisa al alma cuando roe la seca pena.

                                  (Te amo)



Para arcanos cielos augustos consuelos

No me importaría
que el reino de la tierra
siguiese siendo lo que hoy es:
                             una ronca lluvia de sal
una inmensa lengua de fuego sobre el horizonte
un bronco territorio agreste
                                     un murciélago
                                     una vengativa estrella de mar
un jardín, en fin, colmado de hermosos colmillos en flor.

Juro
que seguiría no importándome
si alguien desde el reino de los cielos
me arrojase
-al menos-
unas
cuantas plumas aunque fueren de un celeste ángel con sarna
para alegrar
esta desamparada desnudez de animal babilónico
esta sagrada soledad desde el origen del mundo.

Angélica crepuscular

Ves Angélica
esa quejumbrosa gaviota que allá arriba
vuela en laxos, sombríos círculos
en torno a tu cabeza: así suele rondarme la tristeza
cuando me dices adiós
y te alejas
y te olvidas de mí.

El rayo de tus furiosas libertades

Oh simón, andariego dios andino ¿por qué no soltás
De una vez el rayo de tus furiosas libertades
Sobre esta voraz mala yerba que pudre tus
Amadas praderas de américa?

Vos, el infatuado, el incansable,
El sembrador de huracanes, único y verdadero rostro
Del fuego aquí en nuestro fuego, el perseguido y
Perseguidor del buitre criollo, decime ¿cómo no ibas
A irrumpir cabalgando impertérrito con tus épicas hogueras
Errantes caballerías en un libro
Donde se dicen libertades?

Vos, simón bolívar