Margarito Cuéllar

Poemas de Margarito Cuéllar

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Margarito Cuéllar:

Vida de los animales y las plantas

La luz es importante para la respiración de los peces y la movilidad de las
          esporas.
El sabor de la sandía es rojo.
El sueño del mar es verde.
Un vaquero juega con una vaca pinta en la sala de su casa.
Una mujer desnuda, a cualquier hora del sueño, es un peligro para el tráfico.
Gonzalo Rojas piensa en Monterrey.
El río suena: la fórmula del vidrio es inversamente proporcional a la vida de
          los peces y al destello de las esporas.
La textura de una mata de pelo aparece en la lente del microscopio como una
          bugambilia imaginada por el sol.
La mixtura de tu piel es necesaria para la respiración de las plantas.
Yo soy una planta.

Versura para la costilla izquierda

Alegre es mi enfermera como viernes por la tarde o sábado en la mañana.
Los deshausiados vuelven a su color al solo paladeo de su nombre.
En tres letras encierra el festival de todas las campanas.
No nació de la costilla de nadie, Dios preparó la harina para vestirla.
La tierra deja de girar en su eje para contemplarla.
A veces mi corazón se detiene para nacer de nuevo entre sus manos.
Y soy feliz cuando ella pasa alegre como un trébol en su pókar de ases.
Su cofia escribe la crónica de los hospitales del mundo.
En su día de descanso el índice de muertos llega al cielo ¿qué será si mañana
          se jubila?
Los pájaros la envidian cuando canta, se suicidan los ángeles y yo muero con
          tal de que su canto me reviva.
Sus pestañas me protegen del agua aunque no llueva.
Cuando baila, Señor, el aire se detiene cortado por el hilo de sus pasos
y los geómetras buscan teorías para la medición del asombro.
El día que ella no esté será de noche siempre y reinará en la tierra la tristeza
          de antes.
El mundo sería otro si en vez de ejércitos hubiera enfermeras.

Ojos

El mundo lleno de ojos. Relámpagos cintilan en lanoche o parpadean en laluz. Algunos ven, otros nada más matan. Algunos miran hacia adentro, otros hacia ninguna parte. Vivo en una celda de ojos, como la letra de un bolero que resiste el olvido. Estar adentro es ir afuera. El habitante de unos ojos navega pequeñísimas barcas, cultiva jardines bonsai, construye ciudades invisibles. Cuando me vaya extrañaré la casa, a pesar de ser cárcel fluía algo de calor. No sé si los hojos tienen ojas o ijos; tal vez haga un collar con ellos; quiza prepare una sopa de ojos. Del amor hablaremos mañana.

La siembra

                                                            A Vicente Quirarte



A diario riego el árbol de mis poemas. Corto su fruto dulce, amargo o con espinas. Le podo las licencias marchitas, lo libero de larvas y quistes. Los catadores reclaman lo mal que anda mi siembra. Definitivo: retiran mis versos del firmamento. Yo miro transitar ríos de saliva, escucho las detonaciones de sus balas de salva, preparo abono con mierda de vaca y huevos de avestruz, afilo las tijeras de podar. Sé que algo nacerá, aunque no llueva.

Instrucciones para el uso de los recuerdos

                              Los restos del pasado se reúnen
                              como los desperdicios de la playa.
                                                  Enrique Lihn



Recíclalos, pásales las llantas de un auto, arrójalos por la ventana de un avión. Ofértalos, instala una fábrica de collares, sazónalos con lágrimas del cielo. Arráncatelos, qué se marchen con un poco de piel (corazón o memoria). Que se desangren y mueran en la raya llenos de moscas. Olvídalos, expúlsalos de tu bestiario, desinféctalos, despójalos de su inoportuna melancolía. No te engañes, como las costras, nada de su piel exterior vale la pena. Desrecuérdalos, atígralos y jáulalos. Que vuelvan a nacer en su espiral de nada desde el árbol de las preguntas.

Border line

Estoy de este lado de la línea
un paso más
y la sherif del condado
me recibe a balazos.
¿Por qué tanta violencia?
Yo sólo tengo sed
un poco de agua de tus labios
no estaría nada mal:
prefiero morir envenenado
que con el cuerpo lleno de agujeros.