Manuel González Prada

Manuel González Prada nació en Lima en 1848 y falleció en su mismo país setenta años más tarde.
Manuel era un acérrimo luchador de sus ideas políticas, ya desde temprana edad demostró una clara inclinación por el anarquismo y un deseo de luchar contra las corrupciones del sistema. Publicó numerosos ensayos en los que divulgaba sus ideas políticas, contrarias a todo régimen y sobre todo, absolutamente antirreligiosas.
Cuando en 1879 las tropas chilenas invadieron Perú, luego de haber luchado en las tropas de su patria defendiendo el territorio y ante la derrota sufrida, Manuel se encerró en su casa para demostrar su descontento. En los siguientes tres años no se movió de ella.
Consiguió que muchos jóvenes se le unieran y se convirtió en el líder de las nuevas generaciones, aportando sus dotes literarias y políticas al crecimiento de la juventud peruana.
Fue un apasionado lector del clasicismo español y el simbolismo francés y creó una poesía absolutamente renovada, donde el ritmo y la métrica cambiaron rotundamente; este nuevo rostro que le dio a la poesía jugando con sus formas recibió el nombre de Ortometría.
Publicó tres poemarios titulados "Minúsculas", "Presbiterianas" y "Trozos de vida".
En nuestra web podrás leer algunas de sus creaciones, tales como "Amar sin ser querido", "La confesión del Inca" y "Origen del oro".

Poemas de Manuel González Prada

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Manuel González Prada:

Amar sin ser querido

Un dolor jamás dormido,
una gloria nunca cierta,
una llaga siempre abierta,
es amar sin ser querido.

Corazón que siempre fuiste
bendecido y adorado,
tú no sabes, ¡ay!, lo triste
de querer no siendo amado.

A la puerta del olvido
llama en vano el pecho herido:
Muda y sorda está la puerta;
que una llaga siempre abierta
es amar sin ser querido.

El llora - muerto

I


Pierde a su Amada el Inca,
Y ya, de aquel momento,
No hay en su alma reposo,
En sus párpados sueño.

-«No cantes, oh Poeta:
Voces lúgubres quiero
Que de pena y angustia
Despedacen mi pecho»

-«Hay, Rey, en tus dominios
Un pájaro siniestro:
Su voz quebranta peñas,
Se llama el Llora-muerto»

-«Volad, oh mis vasallos,
Por llanuras y cerros,
Por valles y montañas:
Coged el Llora-muerto»

II


Fieles indios recorren
Los ámbitos del reino,
Y cazan en las selvas
El pájaro siniestro.

El pájaro se queja,
Y, a su primer acento,
Lanza el Rey de los Incas
Un grito lastimero.

El pájaro se queja,
Y, a su segundo acento,
Llora el Rey de los Incas
Dos lágrimas de fuego.

El pájaro se queja,
Y, a su tercer acento,
Queda el Rey de los Incas
Mudo, inmóvil y muerto.

El amor

Si eres un bien arrebatado al cielo
¿Por qué las dudas, el gemido, el llanto,
la desconfianza, el torcedor quebranto,
las turbias noches de febril desvelo?

Si eres un mal en el terrestre suelo
¿Por qué los goces, la sonrisa, el canto,
las esperanzas, el glorioso encanto,
las visiones de paz y de consuelo?

Si eres nieve, ¿por qué tus vivas llamas?
Si eres llama, ¿por qué tu hielo inerte?
Si eres sombra, ¿por qué la luz derramas?

¿Por qué la sombra, si eres luz querida?
Si eres vida, ¿por qué me das la muerte?
Si eres muerte, ¿por qué me das la vida?

Origen del oro

Sacrifica el Rey anciano
Un llama negro y lustroso,
Y hacia los cielos eleva
El corazón y los ojos.

-A ti, Sol inmaculado,
Padre fecundo de todo,
A ti consagro la ofrenda
De mi culto fervoroso.

En vano tribus salvajes
Adoran sierpes y monstruos:
Yo mi único Dios te aclamo,
Yo te venero y te adoro.

-«Tú, que primero me adoras,
Dice el Sol, oh Rey devoto,
Padre serás de un Imperio
Rico, vasto y poderoso.

Si me ofreces negro llama,
Te doy inmenso tesoro,
Que hará tus hijos potentes,
Que hará tu Reino famoso».

Llora el Sol en larga vena,
Y tierras, lagos y arroyos
Beben con sed insaciable,
Que sus lágrimas son oro.

Las manchas de la luna

A la bella y blanca Luna
Ama la pérfida Zorra;
La persigue tanto y tanto
Que es la sombra de su sombra.

Tras su Amada, hacia el ocaso,
Va en carrera presurosa,
Mas detienen su camino
Anchos muros de altas olas.

Tras su Amada, hacia el oriente,
Va................*
Y la mansión de la Luna
Con plantas ágiles toca.

La blanca Luna se eleva,
La plena Luna remonta,
Y, a cogerla entre sus brazos,
Salta la pérfida Zorra.

Fue la Luna inmaculada,
Inmaculada y hermosa,
Mas quedó manchada y triste
Con los besos de la Zorra.

* Inconcluso en el manuscrito.

La confesión del inca

-«Sol, padre fiel de mis padres,
A ti me acuso contrito:
Oye, y lava mi pecado:
Di veneno al hijo mío».

Dice el Inca; vuelve el paso
A las márgenes del Tingo,
Lava su frente y sus manos,
Y prosigue en alto grito:

-«Dije al Sol mi enorme crimen,
Recibe el crimen, oh río:
Ve, y sepúltale en el fondo
De los mares cristalinos».

Oye al Rey culpable un cuervo,
Y se aleja en raudo giro,
Y por campos y ciudades
Va diciendo en su graznido:

-«(Horror, horror al Monarca!
Es horrendo su delito.
El Monarca es filicida:
Dio mortal veneno al hijo».

Y en la choza y el palacio,
Y en la ciudad y el retiro,
Incansable grazna el cuervo:
-«Dio veneno el Rey al hijo».

-«(Muerte al cuervo, muerte al cuervo!»
Grita el Rey tremante y frío;
Y el negro pájaro muere
De mil flechazos herido.

Mas, de entonces, el Monarca
Vive mudo y pensativo,
Que la voz tenaz del cuervo
Repercute en sus oídos.

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Manuel González Prada Contexto histórico

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