Jeannette Lozano

Poemas de Jeannette Lozano

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Jeannette Lozano:

Fruto somos

Van los hombres y las cosas
hacia la estancia primera.
La travesía es la voz.
Del monzón de arenas
emerge lo olvidado,
el polvo se levanta
en pequeños círculos.
Van a la entrada
del silencio.
A lo largo
la quietud,
la sagrada quietud
del sueño que los sueña.

*

Los alminares ciegan de resplandor
pero Brueghel encuentra la puerta de Dios.
Almagre de guijarros, limo y olvido.
Entre la visión del Paraíso y el santuario
los leones azules buscan el agua en el lecho del amor.
En esa agua los cimientos,
en su manto de fuego
resonancias,
melodías de otra lengua.

*

Tú curas la ceguera
en aguas del Lagash
y el corazón
es noche
configurando el sueño.

Buscas perdón
y la palabra río
abre hasta el fondo la voz:

Aún escucho su inmensidad.

*

En tus ojos
la historia desgarrada,
las luchas, los animales fieros.
Busco salvarte:
No persevere el enemigo oculto,
no sea su sangre en tu vasija.
Rostro sin velo,
cuanto has temido
cada tarde
regresa
mientras das sorbos en la demitasse.

*

Una flecha en el barro con la inscripción ti
alumbra (“enliti” es palabra) a los elegidos
bajo el reinado del león.
Los dioses resguardan Tell Brak
cuando el oscuro jadeo del viento.

Mi cuerpo es ramas
y el cielo
insostenibles portones borrosos.

*

Penumbra en el alabastro,
montes de limo bajo las frondas,
maderos de cedro
y tú,
espejeante entre las dunas.

Ciega a tu destino
de la mano vas
hacia el abismo del conocimiento.

*

El oro de las nubes se desliza
en la espesura
de tu paso, paquidermo, por Siam.
Piedras preciosas ornan tu cabeza,
accedo al árbol de purpúreas hojas
que me hablan de aquella luna
sobre tu piel. En tu trompa
ramas
recién arrancadas
son cielos de plegaria.

La memoria es presencia,
fruto de lo vivido,
en equilibrio avanza, vidente,
hacia el verdor.

*

Más allá de tu piel, más
hondo que tus huesos,
el dolor, el dolor.

Boca de este canto,
espejo eres.

Sobre la fronda y la medida

Cada nombre encierra una discordia
en la raíz, sed
que hunde y alza nuestros pensamientos
hacia lo blanco de los nardos.

A veces nos preguntamos si el paisaje
entrega su fronda para resguardar
o para hacernos avanzar hacia el color
de la inmersión.
(Lo supo Monet, también Magritte.)

Espejeante como estrellas la verdad
es noche en la que nos hundimos
sin saber
si la podremos atravesar.

La luz es en sí misma ausencia de luz.

Y no hay camino que lleve sin tropiezo al punto.
Las palabras, como las notas, encierran
una cierta oscuridad: acomodos de un resplandor
buscando abrirse paso

junto al compás de amontonadas violetas.





(Poema inédito proporcionado por la autora)

Signo

No más tu piel,
ni piedra de templo,
ni grano que germina.
Nunca mármol tallado,
ni lápida de héroe;
sólo mosca en el ojo del asno,
ojo del tiempo,
vida en el cielo trazada.

Mina 1004

Arder, yo vi a mi abuela arder.
Agosto. Chihuahua, 1956. Ella ardió,
su fuera y su dentro, ardió en la calle Mina 1004.
Vi a mi padre envolverla en una sábana, el colchón ardía;
las cortinas, la alfombra, su vestido
ennegrecieron. Todo lo recogió.
“No hagan ruido, su madre está cansada”.
Lo vi salir de luto esa tarde de agosto con su corbata negra.
La recogió. Ceniza y llanto recogió.

El humo de la abuela en el zaguán, las tías
sorbiendo ásperos los grumos del café.

Había que borrar lo oscuro que dolía,
disolver la sal, el llanto,
abrazarse y sofocar el temblor del viaje.
Escuchar a Paul Anka y en la falta de pulso
rayar el disco de 45 revoluciones por minuto.

Por minutos vivía, por minutos ese
cansancio púrpura sobre las frondas de los álamos.
Pero luego, bajo el vidrio en el cedro
vi disolverse el rostro quemado bajo el humo.

Ella, mi madre, también ardió. En lágrimas su sonrisa apagada:
“Arréglame el pelo”, me dijo, “déjame salir
a ver si ya está seca la ropa”.

Tuve miedo que sus pasos lentos no volvieran.
La tersura de la hoja la muerte carcomía,
el reseco peso de la hiedra se desprendía del muro,
y el florero en la cocina sin flores.

Encerrada en su cuarto, con su muerte, y yo
con el filtrarse el viento
que se llevaba el polvo de los sicomoros.

(Poema inédito proporcionado por la autora)

Me asomo a la noche

I

Sombra muerta
el corazón del mar
entre giros de viento
hundiéndose al primer asomo. Muerta
la sombra.


II

Vacías barcazas, como si llevaran muertos,
se deslíen
borrosas. Las recuerdo
en las (transparentes) manos
que (aún) se buscan.


III

Brillo sobre ruinas
ignora el ojo
en el paisaje de blancas piedras.
Cosechamos
muerte
ante altares vacíos. Lamentamos después
la derramada ausencia, los pasos callados en la niebla o bosque
que vinimos a ser.


IV

Redondo el viento alza
algunas hojas, acicala
el pájaro su canto
en la (desgajada) rama, abandona la prisa
del álamo.



V

El nombre inventa la forma
y aún así no hay nada fijo. Transcurre
serena en su saber
el agua, arrastrada por sílabas dispersas:
música su silencio, desprendido.


VI

Contra el cielo las nubes se desangran.


VII

Y el pájaro
acicala su canto (ebrio)
en la desgajada rama,
la prisa lo abandona, entrega entero
el reflejo del olmo. Ya en la fuente
pregunta
si en el vuelo del canto
se alza
hacia un cielo mayor.


VIII


Cortado a la luz de la vela el diamante,
luz plana en el río,
desnudos nos deja.
Una es la huella,
húmeda semilla, te toco,
revientas en mí,
oh única indivisible mancha
que me impregnas.


IX
Caen (heridas) las hojas, su rojo
brillo
es la palabra
que mira la (naciente) cresta. Y más
que mirar
es el señalamiento (o dedo)
de Dios.






(Poemas inéditos proporcionados por la autora)

Amonites

La voz se hunde en la voz como la desnudez en la desnudez

***

Todo principio es blanco.

***

La poesía es destierro, al origen.

***

Sola se mueve el alma cuando acompañada.

***

Breve el tiempo, la flor; eternidad la abeja.

***

Más que creación, asunción de lo creado.

***

El hallazgo es la invención de lo vivido.

***

Era el peregrinar su morada, su linterna

***

Toda luz moviliza la raíz.

***

Todo destino tiene su destino.

***

La sombra, sin límite, ardería.

***
Sólo una mirada que siente se salva

***

Fuerte es la sombra de buena luz.

***

Sacia mejor la sed que el agua, cuando acompaña.

***

Dios le dio alas a la necesidad.

***

El deseo, ese espejo naciente.

***