Jacqueline Goldberg

Jacqueline Goldberg es una escritora y editora venezolana, nacida en Maracaibo el 24 de noviembre de 1966. Dio sus primeros pasos por las letras a la edad de 10 años, escribiendo poemas y cuentos que asegura desear que no lleguen a las manos de sus lectores actuales. Siete años más tarde, entró en un taller literario de su ciudad natal donde obtuvo una visión más profesional de la escritura; aprendió que los poemas pueden ser corregidos y que no todos deben ser publicados, enseñanzas que considera fundamentales en su carrera. De esa época data su primer libro, titulado "Treinta soles desaparecidos"; Jacqueline no se muestra muy interesada en dicho poemario, y prefiere enfocarse en sus obras más recientes, las cuales tienen más relación con la escritora en la que se ha convertido en las últimas décadas. Ese fue el punto departida de su profesión, que la ha hecho ganadora de varios premios y le permitió colaborar con diversas revistas y periódicos de su país.
Uno de sus libros más recientes, "Verbos predadores", es una antología que reúne toda su obra poética hasta ese momento, la cual constaba de 12 poemarios. A continuación, disponemos de una amplia selección de sus poemas, entre los que destaca el conocido "El moribundo nos convoca...".

Poemas de Jacqueline Goldberg

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Jacqueline Goldberg:

alguien...

alguien
deberá perpetuar mi necedad
ser el vástago

entre ninguno
serás elegido

no habrá preguntas

sólo tú
vuelto náusea

pertenezco...

pertenezco
al otro lado del cuchillo
a la memoria
de ciertos pudores

mi viaje es la ebriedad
del desalmado

herida dispuesta

carne
que se echa a los dioses

hay un tiempo...

hay un tiempo
de esperas
y calles altas
un hombre
un ángel
un sueño
que escribo
desde siempre
en la madera
del deseo
en los últimos rincones
de lo que
simplemente
no puedo deci

rota...

rota
en los comienzos
sin tierra
sin nadie que me siga
con la única puerta
atravesada
en la piel

el corazón del paciente...

el corazón del paciente
bombea con parsimonia

el nuestro sucumbe a las arritmias
del solazo estival
el tránsito del viernes
las palabras cometidas

a esto...

a esto
le llaman fugarse
pero
-insisto-
lo que duele
lo que asusta
no es la herida cerrada en la mesa
ni el vientre asombrado de una virgen

hablo de mecerse
y dejar caer el deseo

arrojarse uno
con todo y cuerpo
con la lengua recorriendo
un país de sexos inválidos
sin perderse
sin admitir apodos
asuntos indebidos

sin aferrarse
a esos muros sostenidos en la carne
a fuerza de ciudad