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Ignacio Rodríguez Galván
Adiós, oh patria mÃa
A mis amigos de México
Alegre el marinero
en voz pausada canta,
y el ancla ya levanta
con extraño rumor.
De la cadena al ruido
me agita pena impÃa.
Adiós, oh patria mÃa,
adiós, tierra de amor.
El barco suavemente
se inclina y se remece,
y luego se estremece
a impulso del vapor.
Las ruedas son cascadas
de blanca argenterÃa.
Adiós, oh patria mÃa,
adiós, tierra de amor.
Sentado yo en la popa
contemplo el mar inmenso,
y en mi desdicha pienso
y en mi tenaz dolor.
A ti mi suerte entrego,
a ti, Virgen MarÃa.
Adiós, oh patria mÃa,
adiós, tierra de amor.
De fuego ardiente globo
en las aguas se oculta:
una onda lo sepulta
rodando con furor.
Rugiendo el mar anuncia
que muere el rey del dÃa.
Adiós, oh patria mÃa,
adiós, tierra de amor.
Las olas, que se mecen
como el niño en su cuna,
retratan de la luna
el rostro seductor.
Gime la brisa triste
cual hombre en agonÃa.
Adiós, oh patria mÃa,
adiós, tierra de amor.
Del astro de la noche
un rayo blandamente
resbala por mi frente
rugada de dolor.
Asà como hoy la luna,
en México lucÃa.
Adiós, oh patria mÃa,
adiós, tierra de amor.
¡En México!... ¡Oh memoria!...
¿Cuándo tu rico suelo
y a tu azulado cielo
veré, triste cantor?
Sin ti, cólera y tedio
me causa la alegrÃa.
Adiós, oh patria mÃa,
adiós, tierra de amor.
Pienso que en tu recinto
hay quien por mà suspire,
quien al oriente mire
buscando a su amador.
Mi pecho hondos gemidos
a la brisa confÃa.
Adiós, oh patria mÃa,
adiós, tierra de amor.
[A bordo del paquete-vapor Teviot, navegando
de la baliza de Nueva Orleáns a La Habana.
Domingo 12 de junio de 1842.]