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Luis de G�ngora




Ni en este monte, este aire, ni este río

Ni en este monte, este aire, ni este río
Corre fiera, vuela ave, pece nada,
De quien con atención no sea escuchada
La triste voz del triste llanto mío;

Y aunque en la fuerza sea del estío
Al viento mi querella encomendada,
Cuando a cada cual de ellos más le agrada
Fresca cueva, árbol verde, arroyo frío,

A compasión movidos de mi llanto,
Dejan la sombra, el ramo y la hondura,
Cual ya por escuchar el dulce canto

De aquel que, de Strimón en la espesura,
Los suspendía cien mil veces. ¡Tanto
Puede mi mal, y pudo su dulzura!