Héctor Urruspuru

Poemas de Héctor Urruspuru

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Héctor Urruspuru:

Que el hombre del sueño no llegue...

Que el hombre del sueño no llegue tsé-tsé,
no me vea abandonado a merced del león y sea tarde
para mutar en masai y lanza, es decir: “La vida! El Africa..!”
y no también: la mamba

que todos mis atardeceres han deseado un Holland & Holland
partir el cráneo del búfalo, un único balazo, un búfalo como la noche
sin tam tams innecesarios

contar esta hazaña en las hogueras, la carne de bronce, dialectos de la lluvia
diamantes y estrellas, ni musulmán ni hebreo ni cristiano siquiera,
y ríe, ríe si pudieras, y dame, un dios cualquiera: un búfalo muerto,
o mamba entre los pies desnudos, cuernos de animal
dibujados, semiborroneados, en la tierra

ciento veintitres mil moscas (y no llegues)
espinas que desgarran si se corre entre las fiebres
dame, embiste contra mí, con un dios, una máscara cualquiera
carga, desde dorado pastizal desde drogado sueño,
y tsé-tsé en el aire, que es voluta verde... que se quema

pero mi búfalo huele, el aceite de la escopeta, y en realidad huye de este poema
como un diamante negro o mejor dicho, escapa como ópalo, desaparece: como estrella
y he quedado en la actitud del caminante, viento rojo desde mis espaldas,
mi plexo blanco / sobre la luna llena

y ventea así la bestia ausente, la fragilidad de mis palabras,
y el cazador pisa entonces al fin, descalzo, a la mamba
y ya no vuela sobre mí la mosca del sueño, sino la mariposa nocturna
y desdoblado: el cazador que es desde el hombre que soy

ya no despierta.

La mujer de 20 la mujer de 26

La mujer de 20 la mujer de 26,
subida sobre las zarzas rojas.
La mujer de 40 (no la de 50)
empecinada, sobre el ajedrez líquido
que implica: el juego del balero.

La mujer de 35 (no la de 18)
fotografiada
sobre la vereda sin vereda de enfrente
soledad de la calle mínima:
canción.

La mujer de 48 la pasta base,
el tiro colombiano en la nuca
desde una motocicleta veloz
razón de vivirmorir:
la separada

Y la mujer periodista
la notera
perdiendo la peluca juvenil
dejando en el entrevero
olvidada a su moral.

- Huija che! -

no se doblega el halcón frente a las llamas... (Cetrería)

no se doblega el halcón frente a las llamas color petróleo de la noche,
dónde está... díganme: “la rodilla del halcón”?
dónde entonces, un halcón genuflexo? o cuándo?

y qué hacer con él si no vuela?
si acepta de buen grado arder en el cielo nocturno, por siempre?
asteroide incandescente suspendido quieto,
meteoro que aguarda la voz de dios para seguir su derrotero...

- eso es el halcón -

los halcones no mueren sobre la tierra deciden caer inertes hacia lo alto, ya ves, que no existe el arriba o el abajo en el alto, abismal, cielo estrellado

los fantasmas vuelan en las sombras y no hay ciudad bien avenida que no tenga muertos que vuelen,
y no hay cielo por más mal nacido que no tuviere un halcón que en él, alguna vez, no haya girado... y girado

cuando el halcón hace el amor en su nido se vuelven de oro las ramas con las que el mismo está hecho, y de allí sale un arco iris de colores neutros... opacos,
que cruza hasta el amanecer la noche dejando en el aire puentes veloces de pasión y graznidos de sexo, de vértigo...

- eso, es el halcón -


Epílogo:
yo, Urruspuru, hice cetrería cientos de años atrás en tierras moras, y cabalgaba un desierto ocre que devenía en un mar celeste debajo de un cielo celeste sin horizonte visible posible, en donde mi halcón cazaba a la paloma de Pablo Picasso, que ya había nacido para ese entonces, cobarde, blanca, y de huidizos ojos rojos.

las cartas de las que hablo...

las cartas de las que hablo son azules y son lacradas
se guardan en casilleros con llaves de hielo
y no les llega la humana inmisericordia
estas cartas íntimas, son prohibidas
están censuradas vedadas
a la vista poderosa del cuervo crítico
que devora todo aquello que no es blanco
- y solo porque él es tan... tan negro -
y la lluvia ácida de su orín
no borra las letras de oro de éstas cartas
nunca más
- dijo el cuervo, nunca más -

y tu nombre en ellas esta a resguardo
de la belleza tonta, recurrente
del que escribe sobre las olas del mar
de la gaviota idiota
de la belleza histérica de la mariposa kitsch
de la palmera centroamericana
del “oh! pez dorado! pez dorado...!”
las fotos de la niñez...

tu nombre
mi gran amor último amor
solo lo digo con honor aquí, en los márgenes

tu nombre
no esta imbuido por la inmoral luz del sol
la patria de este tipo de bellezas obscenas
tiene una bandera que uso
para limpiar heces calientes
los vómitos ambarinos de la embriaguez

las horas insoportables
en las que simplemente no estás
y escribo las cartas...

Y escribo las cartas.

Mala praxis



La fruta que en tu boca

se vuelve uva

y en tu entrepierna se vuelve alcohol

esas cosas bebo yo.



Hace una semana que están matando gente

y nosotros nos amamos.



'...Es cuestión de tiempo' dijo Costeau

y tenés tu mejilla derecha

apretada contra el espejo.

Mala praxis hacen mis poemas

en tu solitario corazón.



Te ponés un soutien blanco

ahora tenés colmillos azules

revolucionarios

se hincan en mi piel

mi cuerpo es una utopía muerta.



En la tele muestran los huesos del Che

y en la calle siguen matando gente.



Es lunes. Hoy tampoco vamos a ir a la fábrica.

Desnuda y en la penumbra

traés en tus manos 2 candelabros de plata.



'Concha'... escribo con birome

debajo de tu ombligo

que tiene un aro de oro

y dibujo una flechita

que señala a tu sexo negro.



Mala praxis son en tus sueños

estos mis escritos.



Sí. Ahora es el fin del mundo Costeau.

Ahora...

Cuerpos recién amados


Si hay algo que quisiera decir, antes de que la naturaleza me vuelva síntesis (trazos de carbonilla),

es que amo, profundamente, el olor de los cuerpos recién amados;

y la falta de orden en tu pelo y en tus gestos,

que quién sabe de qué alturas vienen bajando.



Si hay algo que quisiera escribir (dulce patrimonio de lo que es gemido confesar)

Es que soy un pintor y un músico fracasado. (Sí).

Sin embargo, la levedad azul de tu espalda en el cuarto,

es canción en cuerdas de acero y un aguafuerte desmesurado;

y generan, el camino... demoradamente largo

de tus piernas desnudas que van,

de la cama perfumada al espejo del baño.



Naturaleza y síntesis, entonces. Carbonilla y trazos.

Quebrado amanecer de miel. Ruta solitaria.

Que seguramente no seré de ti, ni memoria de a ratos.

Pero hay,

hay algo que quisiera decir

(deliberada criatura de azúcar y cabellos despeinados);

y es, que amo... profundamente...

el olor de los cuerpos recién amados.