Llagado de su mano

Gilberto Owen

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La ilusión serpentina del principio
me tentaba a morderte fruto vano
en mi tortura de aprendiz de magia.

Luego, te fuiste por mis siete viajes
con una voz distinta en cada puerto
e idéntico quemarte en mi agonía.

Lascivia temblorosa de las tardes de lluvia
cuando tu cuerpo balbucía en Morse
su respuesta al mensaje del tejado.

Y la desesperada de aquel amanecer
en el Bowery, transidos del milagro,
con nuestro amor sin casa entre la niebla.

Y la pluvial, de una mirada sola
que te palpó, en la iglesia, más desnuda
vestida en carmesí lluvia de sangre.

Y la que se quedó en bajorrelieves
en la arena, en el hielo y en el aire,
su frenesí mayor sin ti presencia.

Y la que no me atrevo a recordar,
y la que me repugna recordar,
y la que ya no puedo recordar.

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Comentarios4
  •  
    mayrah1304 BELLÍSIMO, GRACIAS.
  •  
    Elsy Alpire Vaca Hermoso poema nos comparten amigos, muchas gracias.
  •  
    tmiradatriste Bellisimo,gracias por compartirlo.
  •  
    felipe gonzalez mer Me gustó, por alguna razón,
    no la pudo olvidar.
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