Los haikús del tren

Eduardo MogaLOS HAIKÚS DEL TREN de Eduardo Moga Editorial El Gaviero (España)

El recorrido cotidiano en este medio de transporte junto con la traducción de poemas japoneses – mayoritariamente haikús – inspiraron en el gran poeta barcelonés Eduardo Moga (1962) más de cien poemas, haikús todos ellos.

Autor de libros maravillosos como El barro en la mirada o Las horas y los labios Eduardo Moga en este libro vuelve a sus temas: la profundidad que emerge de los detalles cotidianos, la mirada enriquecida y enriquecedora de los pequeños detalles, la mirada introspectiva a partir de esos mismos detalles, el erotismo, la muerte.

La fuerza de Moga parte de una simbología basada en aquello que, en principio, no tiene importancia, trascendiéndolo, dotándolo de significado, con una elaboración formal exigente, renovadora.

Empiezan los haikús del tren por la tarde, y empiezan con ternura: La mano tenue/ acaricia la nuca./ Tren de la tarde. Este primer poema nos sitúa en un tren y a una hora determinada del día. En los poemas siguientes el poeta se dice viajero y se dice poeta, ya que busca alrededor motivos para escribir poemas. Y los encuentra. Junto con los periódicos o el olor a ceniza apagada, aparece la luna. Esta mezcla de lo supuestamente poético con imágenes cotidianas lo podemos ver en el siguiente haikú: Alguien bosteza / ruidosamente. Fuera / una amapola. La mirada del poeta pasa por unos instantes por él mismo, para volver, casi de forma inmediata para captar con esa mirada los reflejos de los demás: la mujer oscura, el niño perdido, el vagabundo, el pasajero que duerme, el minusválido, el vigilante. La observación de los demás lleva al poeta a un pensamiento límite: ¿Viajan conmigo / títeres o cadáveres? / Como ellos, soy.

Entre el principio y el final de viaje nos encontramos con tres interludios: el primero es sobre el atardecer, con varios poemas en los que varía un solo verso, el segundo interludio habla sobre un ciego y su perro, el tercer interludio sobre unos amantes.

El recorrido del tren puede leerse en un sentido literal: el principio y el final del viaje en un transporte público. También puede leerse en un sentido simbólico: el recorrido de la propia vida. Pero eso no es lo más importante de la poesía de Eduardo Moga, sino esa mezcla que él convierte en natural, de lo que es bello con lo que no lo es, convirtiéndose en un creador genuino de belleza.

Este es un libro que se lee en diez minutos, en muchos diez minutos pues invita a la relectura, a seguir captando matices que en las primeras lecturas se escapan. Es un libro para gozar y disfrutar de la poesía en mayúsculas.

Más información sobre Teresa Domingo Català

Comentarios2

  • sin nombre

    que agan poemas de haikus por que hay muchas personas que los nececitan y son buenos los de 3 estrufas o tres renglones

    baee

  • fb vnxfgnbfgvbn fgv

    separaditas
    una piensa el abrazo
    otra el olvido



Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.