* Alma en los Labios (tributo a Medardo A. Silva)

Wellington Rigortmortiz

En un sepulcro

de hermoso epitafio,

profane un espacio

bajo su melancólica

y abandonada escultura

para sepultar el amor,

un amor del cual

tuve que hacerme

cargo de sus exequias,

un amor

que entre mis brazos

descansa eternamente;

mi alma, con mucho dolor

y ternura, deposito

aquella bella esencia

que tanta fuerza,

que tanta vitalidad

le daba a mi existencia,

en el interior de un

pequeño hoyo excavado

con mis propias manos,

allí se quedaron

tan indefensas y muertas

todas las promesas,

las caricias, las pasiones,

los anhelos, los besos,

los profundos abrazos,

todo cuanto mi alma

y la tuya en el amor

nos otorgamos,

allí, también se quedaron

todas las ofensas,

todos los perdones,

todo aquello

que ya no necesito,

ni necesitas mas,

los vínculos materiales

que fortalecían

nuestro amor, también

se quedaban allí

como testigos mudos

de aquello tan especial

y esencial que alguna vez

existió, que tenia tanto

para otorgar.

 

En una tarde fría y gris,

fue sepultado

todo cuanto ame,

todo cuanto viví,

la esperanza, atónita

e impotente tras de mi

lo presenciaba todo,

jamás estuve solo

en aquel lugar,

el silencio y la soledad,

cada uno a mi lado

inmutados acompañaban

mi profundo dolor;

…con un hibrido

de sentimientos abstractos,

todo mi ser se estremecía

internamente, testigos

de mi atroz dolor sentí

a miles de almas en pena

rodear la mía, sintiéndome

similar a ellas en carne viva,

los recuerdos, como hojas

en otoño caían uno a uno

encerrados en cada lagrima

que de mis ojos brotaban

con tanto amor aun,

la melodía retumbante

de mi enfermo corazón

le daba el matiz perfecto

a este sepelio de amor.

 

En un sepulcro

de hermoso epitafio,

bajo su melancólica

y abandonada escultura

profane un espacio

para sepultar el amor,

allí se quedo todo

cuanto mi alma

y la tuya alguna vez

dimos vida,

allí, se quedo todo

cuanto tu ser

dio despiadada muerte,

fui el ultimo

en enterarme

de su agonía y deceso,

depositaste en mis brazos

al amor, al amar de los dos

ya sin vida alguna, tuve

que hacerme cargo

de las exequias,

y de todo lo demás

que sobrevino después,

cobijado con mucho cariño

bajo puñados de arena

adornado con un ramo

de rosas rojas,

sin regresar a mirar

me despedí para siempre

de todo cuanto alguna vez

fuiste, fui, tuve y tuvimos.

 

“Al pie de un sepulcro

de hermoso epitafio,

y su melancólica

abandonada escultura

como fiel testigo,

en un espacio profanado,

descansa eternamente

el amor, el amar

de un bello ser

que me amo, y al cual,

también ame

profundamente.”

  • Autor: Rigortmortiz (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 19 de marzo de 2017 a las 00:12
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 69
  • Usuario favorito de este poema: El Hombre de la Rosa.
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Comentarios2

  • Wellington Rigortmortiz

    “…pude amarte nuevamente,
    pude liberar de su cruel prisión
    al amor puro de los dos, aquel
    único y maravilloso sentimiento
    que agonizante aun
    se aferraba a vivir, pude
    nuevamente amarte,
    pude besarte y otorgarte
    mis completos sentimientos
    con mi cuerpo al fusionarlos
    por última vez con el tuyo,
    pude liberarme, pude liberarte
    amor que habitabas
    aun en el cuerpo de mi amado
    exangüe viviente,
    solo así, pude lograr
    que retornes a descansar
    eternamente
    en tu bello sepulcro…”

  • El Hombre de la Rosa

    La pluma y la poesía son dos inseparables complementos que saben escribir los buenos poemas estimado poeta amigo...
    Un grato placer su lectura...
    El Hombre de la Rosa



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