Abaddón el exterminador de Ernesto Sabato

Si se quiere apreciar en profundidad la obra de Ernesto Sabato el único camino posible es el de la lectura ordenada, en especial si la idea es conocer la trilogía que el autor argentino inició con la publicación de «El túnel».

Después de disfrutar el contenido de esa historia de estructura psicológica que apareció por primera vez en 1948, uno deberá seguir por «Sobre héroes y tumbas», un relato editado en 1961.

Recién al llegar a la última página de esa obra, el lector podrá disfrutar y entender al máximo el argumento de «Abaddón el exterminador», título que pone fin a la trilogía y que, en 1976, fue galardonado en París como el Mejor Libro Extranjero publicado en Francia.

Antes de iniciar la lectura de esta insólita y atractiva propuesta que, por sus características, cautivó a gran parte de la crítica, conviene saber que este material no es fácil de comprender en un primer momento. Sabato le dio a este trabajo una estructura narrativa fragmentaria y lo elaboró valiéndose de la combinación de algunos sucesos autobiográficos, varias historias paralelas, diversos análisis filosóficos, críticas literarias, citas de perfil apocalíptico y referencias a acontecimientos nefastos de la historia, tanto argentina como universal.

Por otra parte, «Abaddón el exterminador» consigue asombrar a quien apuesta por la historia por tener al autor como un personaje más (recurso que le permite al escritor jugar con la innovación y conjugar los planos reales e irreales), así como también por desarrollar la metáfora del «Informe sobre ciegos», ya que vuelve a abordar la creación poética desde una concepción que la describe como el desborde de lo irracional. Según se plantea en el libro, son las potencias maléficas las que rigen el universo, pero para saber el por qué de esa afirmación, hay que leer la obra completa.