Xilos

Llora triste su voz de ocaso

Negro.

Negro humo.

Miro

y no te veo.

Te busco

y no te encuentro.

Sólo escucho

ese rumor,

el de siempre,

y un saxo

y un piano

y el crepitar

de los palillos

batiéndose fuerte

en los platos.

 

Mientras,

mi corazón,

late desbocado.

Pensándote.

En trabado deseo,

y codicia,

y  reclamo.

Y como puedo,

casi a tintas,

sin sentido,

sin miradas,

te busco

pero

no  te encuentro.

Y sin palabras

te llamo

a gritos

mudos

secos

con voz

de desespero,

sin resuello,

sin  aliento.

 

Al fondo

una  barra,

un oasis,

una ciénaga,

un charco.

Túmulo

del desespero,

pozo de Baco;

al que me aferro

en un desahogo

con sabor a hierro.

Y bebo.

Varias copas.

Varios tragos.

Sorbos de la mente.

Sentido trastornado.

 

Y después,

Negro,

más negro,

y más humo.

Ahora escucho sólo

un solo de piano.

Intento irme

pero no puedo.

Como zombi,

aturdido y cohibido,

en aquel lugar extraño,

absurdo y ensombrecido,

yo……

……….quedo,

……….muerto,

……….exánime,

……….extinto,

víctima de mi mismo,

marchito, acabado,

sin palabras,

ciego de miradas,

sólo las que te buscan,

las que te lanzo,

sin aliento,

sin diana,

sin reclamo.

 

Y de repente

veo

al fondo

una mujer.

Quizás rubia

como tú.

Quizás con alguien

a lo peor él.

 

Y otra vez

varias copas,

varios tragos.

El seso derretido

de tanto alcohol

y música

y tabaco.

 

Al rato pasas.

Pasas por mi lado.

Pero yo tengo la mente

turbada

en esa niebla,

nubes de miseria

y del  sentido migrado

a la nada,

al vacio

de tu ausencia,

al desvarío

de tu falta,

a mi ser

desplomado.

 

Y ahora

sólo las piernas

y los brazos,

autónomos,

me sostienen.

Y ni siquiera sé

quién era la rubia,

la que pasó a mi lado.

Mientras que

de fondo

llega el sonido

de un solo de saxo

llorando triste

su voz de

ocaso

 

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