Cesar Perez Marquiz

Hola Viejo!!!!!

Hola Viejo!!!!!

Ayer 5 de enero fue tu aniversario 100… estuve pendiente pues es muy significativo para mí.


Ayer te recordé con mucho cariño y mi memoria trajo momentos que vivimos junto a ti, momentos lindos de mi niñez… cuando era muy niño y estaba sentado en tus piernas junto a mi hermana Consuelo y me regalaste un carro de pedales mas grade que yo; cuando nos cantabas canciones infantiles "...los maderos de San Juan, piden pan y no le dan..” y otras; la ocasión que conversabas con mi hermano y conmigo y nos recitaste…”Por mi ni un odio hijos míos, ni un solo rencor por mí, no derramar la sangre que cabe en un colibrí…”; recordé los viajes que hacíamos a Higuerote y nos quedábamos en carpa a orillas de la playa, cuando nos atascamos vía Chirimena y nos saco un camión de refresco al día siguiente; tu camioneta con ruedas de tracción que nos llevó a tantos sitios… cuando enfermaste y estabas en casa y abriste una ventana, en esa oportunidad yo no sabía muy bien lo que pasaba pero sabía que algo no muy bueno sucedía.


Siendo un joven el licor nos separó, no me gustaba verte cuando tomabas… eso me dejo un aprendizaje, pues no acostumbro a tomar licor.


En los fines de año escuchabas “Las uvas del tiempo” y llorabas… era la única vez  en el año que  te veía llorar, quise abrasarte, besarte y llorar contigo, pero tuve miedo pues no sabía cómo ibas a recibirme, pues habías tomado licor… hoy me arrepiento de no haberlo hecho… fueron oportunidades de oro para estar contigo para decirte que te quería con toda mi alma, que admiraba tus muchas cualidades y abonar el camino para decirte lo que no me gustaba, que no tomaras tanto y que compartiéramos mas.


Ya adulto recuerdo tus andanzas con el jeep, recorríamos esos caminos rurales y montañosos de Higuerote y sus alrededores, nuestras conversaciones, tus consejos, tus anécdotas y preocupaciones.


Recuerdo nítidamente el día que te fuiste, tus ojos cuando me miraron por última vez  y tu último aliento, tu  quejido ronco, tu pulso que no encontré, cuando mi hermano te cargo en el hospital… no visito tu tumba, no te vi en el féretro… prefiero recordarte vivo.


En muchas ocasiones he necesitado tu consejo, tu mano amiga, besarte en la mejilla con esa barba que raspaba, tus comentarios chistosos… aún hablo de ti ponderando tus cualidades y me preguntan si vives… y me gustaría decir que sí, pues vives en mi.


Viejo aun me haces falta…

Te quiero mucho…

Dios te bendiga