Gustavo Leni

NERUDA, MAR Y PENA

Solitario

camina el poeta por la orilla del mar.

 

A veces sube la colina

y se sienta bajo el pinar

y se queda observando el inmenso cielo y el inmenso mar;  

se queda escuchando la eterna canción de las olas

y el golpeteo de las piedras que vienen y van.

 

Su mirada se confunde con la inmensidad

y penetra en el horizonte

y se nutre de viento y sal,

mientras el ocaso se rinde

ante su voz triste

y el cielo se oscurece sobre el mar.

 

Hay una pena que invade su corazón

y que limita su canto de zorzal;

hay una pena que lo carcome

y levanta sus huesos

como una ofrenda sobre un altar.

A veces, las penas vienen de lejos;

son como canciones con entonaciones lastimeras.

 

Otras, salen de adentro,

cantan llenando el alma

sin lágrimas ni quejas.