Alejandro José Diaz Valero

Humorismo versado

Zapatos y perro

 

Me fui a la zapatería

a comprarme unos zapatos

y de una vez pasé por la carnicería

a comprar algo a mi perro flaco

 

Compré unos hermosos mocasines

con piel color marrón;

podré usarlos en distintos fines

porque son bajos de tacón.

 

Servirán para ir a trabajar

por ese color que tanto engalana

y también sirven para ir a bailar

en algún que otro fin de semana.

 

Al perro le compré sus huesos

y unos pedazos de riñón

a ver si deja con eso

de ladrar en el balcón.

 

Seleccioné con esmero

la comida del canino,

menos mal que el carnicero

hasta se ha hecho mi amigo.

 

El perro me dio la bienvenida

y actuó con tal desacato

pues despreció su comida

y mordió mis nuevos zapatos.

 

Ante esos momentos ruines

yo me muestro complacido,

ahora luciré los mocasines

arañados y mordidos.

 ***

 

Preparando almuerzo

 

Estaba preparando mi comida

con dedicación de cocinero

dejé la carne bien cocida

y la verdura corté con mucho esmero.

Use ramitas frescas de albahaca

y algunos palitos de romero,

busqué el mejor sabor para la salsa

usando condimentos extranjeros;

estuve pendiente de la acción

por eso pasé momentos gratos

pensando solo en el bidón

que iba a darme con el plato,

pero cuando estaba en pleno acto

de servir mi comida en solitario

sentí ruidos en el vecindario

y me asomé con ánimos de información

y era que había llegado un batallón

haciendo trizas mis esfuerzos

porque todos le cayeron al almuerzo

con ansias por demás devoradoras.

Y yo no pude decir ni jota

porque cayeron como langostas

todos juntos a la justa hora.

Y me tocó prender la licuadora

y prepararme una merengada

de chocolate con agua helada,

pero tuve que tomarla a la carrera

Por temor a que también la quisieran

Y entonces me dejaran sin probar nada.

 

De esta experiencia, solo tomo

esa lección por demás tan directa

para la próxima, primero como

y después abro la puerta.

 ***