Edel Vicente González Pérez

Hijo de mis entrañas. Versos Alejandrinos

Ya no estás y tu voz taladra mis oídos,

mi alma toma el sendero siguiendo tras las huellas

donde una tierna nube volitó mi universo

y un torrente de dichas me arrastró en tolvanera.

 

Increíbles e inquietas, fuerzas huracanadas,

furia de hiperactiva, prematura criatura,

tu bravura en la mirada, pronostica anhelos

y tu animada risa sonajea en la cuna.

 

Audaz colocutor, atrevido adversario,

en tu precocidad, diálogo balbuciente,

el gorjeo presente devenido en palabras

valida la agudeza de tus valiosos genes.

 

A tu pequeña casa de tabla de algarrobo

le diste calidez, colores y alegría;

¡Tu alma de niño bueno revolotea en sueños

empinando pandorgas, en las tardes tranquilas!

 

Desenredabas hilos de peonzas que silban,

trocaste el papalote para la lid aérea,

lo desplegaste al cielo, y en lucha ensangrentada

sufriste en gesto estoico la ira de tus colegas.

 

Pillabas mariposas en tu inocencia blanca,

pintaste de acuarelas escenas cotidianas;

soñaste con idiomas que curan las heridas

en regazos sin llanto ni lóbregas calzadas.

 

Concebiste trayectos de dorados senderos,

sintiendo la caricia de un mano encantada

y de súbito emerge del niño de alma viva

el bravo hombre guerrero de espalda acorazada.

 

Valiente capitán de uniforme y estrellas

trepaste hasta mis brazos, enamoraste mi alma,

compartiste conmigo tu fatiga y bonanza

sin diseñar los límites de muchas hazañas.

 

Disfruté de tus logros te socorrí en las penas,

me embriagué cada día con tu risa calmada

y ¡hoy me toca llorar hijo de mis entrañas

con tu imagen prendida cual broche de oro en mi alma!

 

21-04-2024

Edel@vateignoto