Jorge de Jesús Fuentes Davison

Al indefenso amor de Dios

¿Por qué sufrir así, Jesús, clavado?

¿Por qué tanto perdón, sin obtenerlo?

¿Por qué tal expiación sin merecerlo?

¿Por qué morir así, desamparado?

 

¡Lo sé! . . . Porque tu amor es desbordado;

por no poder en tu alma contenerlo;

por no querer del odio defenderlo;

por no temer amar sin ser amado. 

 

¡Oh, divino Señor!, que te sometes 

al aniquilamiento, conducido 

por ese amor tan hondo como inmenso:

 

aunque la vida eterna me prometes,

¡está mi ser, totalmente atraído,

por ese amor, totalmente indefenso!