Luis Ernesto Hernández Aguirre

AVESILLO

¡Tú o yo!, manifestó herido

mientras saboreaba

su particular despecho,

maloliente supuraba

y emanaba resentido

por las grietas que estallaban

en las venas de su pecho.

 

El brutal depredador

tan furioso y tan confiado

se abalanza a consumir

y quemar todo a su paso

como un infame ladrón

que violento ha devastado

y desolado el porvenir.

 

Yo, resuelto contestó

aquel pequeño avesillo,

¡yo!, y tantas veces lo haría

si en el presente designio

que por suerte me ha tocado

lograse haber conseguido

la paz que liberaría.

 

 

Cual guiñapo malherido

arrastrado por los vientos

y azotado entre las rocas,

avesillo que en el suelo

con lo que queda de brío

alza su vuelo ligero

para atizar la derrota.

 

¡Tú o yo!, manifestó herido

el atroz depredador,

y a pesar de su violencia

y a pesar de su terror,

ahora se halla vencido

en el personal hedor

de su nublada inconciencia.