Carlos Andrey Vargas Araya

EvocaciĆ³n, la lucha de un caballero

En el vasto arenal de la existencia, un guerrero desarmado,
con el espíritu al viento, afronta el destino de mal agüero.
Sin cartografía ni guía, solo un pulso que en susurros,
declama \"prosigue intrépido, no desfallezcas en el umbral tenebroso\".

Cada huella es un triunfo, cada suspiro, un derrotero,
en el cristal de los eones, su silueta se perpetúa entre las hiedras de la incertidumbre.
Ignora si habrá laureles o si el azar le será propicio,
mas siembra con intrepidez, en el suelo más infértil.

Eleva la vista al firmamento, donde el astro refulge,
consciente de que cada empeño, es un juramento que fructifica.
Aunque el temor le insinúe que su empeñada batalla es vana,
él replica con valentía, \"mi aliento no se acelera\".

Pues en la magna obra de vivir, ninguna derrota es eterna,
si cada alba es un lienzo, donde esboza su existencia.
Y aunque el porvenir sea un enigma, su determinación no se quiebra,
ya que cada amanecer, es un renacer de esperanzas.

Así, sin vislumbrar el camino, ni abrazar certezas,
nada contra la marea, cual caudal que jamás cesa.
Porque en el pecho del bravo, la fe no se desespera,
y aunque desconoce el desenlace, su voluntad y su lucha permanecen.