Darío Méndez

La reina

 

 

Tú libertad me abruma, me desconcierta.

Me desespera…

Caminas por las calles con tu estampa de reina.

El mundo entero se inclina ante tu presencia.

Las rosas plantadas en los canteros de la avenida,

Oscurecen su existencia, se marchitan deprimidas.

Nadie detiene tu andar, ni pueden obstruir tu sonrisa…

Intrépida y seductora, indiferente y atrevida.

Enciendes con tu mirada, fogatas casi extinguidas.

¡Qué peligrosa eres caminando así de osada!

Las diosas del Olimpo confabulan enfadadas,

No quieren aceptar que eres así de divina,

Con tu piel de nube blanca, con el surco de tus estrías…

Tu personalidad de fuego, un equilibrio delicado,

Entre la fuerza de un huracán y la suavidad de la brisa.

La danza de la vida y la muerte, dualidad antagonista.

Como un faro en la noche, que guía y desconcierta.

Un océano de pasiones, un río de agua quieta.

Donde naufragan los sueños y se mueren las almas.

Allí camina la Reina, así camina la Reina…