Roel Ybañez

Segundero

Si, el segundero crepita de una forma terrible esta tarde, es un estruendo constante que se clava en mi piel y su desastre se queda a vivir en mí.

Escucho el viento batirse contra el vidrio de mis ventanas, los pajarillos canturreando la pieza de siempre sobre la cornisa de las casas que huelen a margarina y un puñado de añoranza, veo nubes pasajeras, niños en el patio, mujeres lavando la ropa que tienden de apoco en las azoteas, el segundero me cuestiona: ¿A dónde vas?

La cotidianidad asesinó a la rutina, hoy estoy en casa, escribiendo, sintiéndome-queriéndome-abrazándome, he cerrado los ojos para apreciarme por dentro…

Y los abro repentinamente, es otra vez el segundero: Ya es tarde.

Que cruel es el pasar del tiempo, hermoso fin del mediodía, risas, carcajadas al unísono – hay gente en las mesas – yo estoy a solas con aquél segundero que crepita de forma terrible en esta tarde de marzo, con pajarillos, con viento, con música del fin del mundo:

                                                           Tic…

                                                                          Tac…

Tic…

                                                                          Tac…