Raiza N. Jiménez E.

A Mi hermana.-

He ido por agrestes sitios buscándome.

Me busco desde ésta, mi gran realidad.

He pasado mi juventud extrañándome.

Fui una necia que, se arropó de soledad.

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No me resguardo en las horas de frío.

A cualquiera hora, deseo ser yo misma.

Muchas veces, ni de mi misma, me fio.

Lo que dicen de mí, ya no me abisma.

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Intento serme justa, para poder verme.

Debo hilar antes de hablar, sin ofender.

Según, por el tono, no pueden creerme.

Reía con sorna y hoy, me toca entender.

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Las palabras de mi hermana me salvaron.

Ella, siempre tuvo para mí, gran alabanza.

Y, unos verbos qué, a ser mejor, obligaron.

Yo sé que su ayuda me llenó de esperanza.

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¡Hoy que, ese ser de luz ya no está conmigo.

No hago más que agradecerle y la bendigo!