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CON NARCISO ANTE EL ESPEJO

Todos tenemos un Narciso
que nos salva del tormento,
de ser lo que realmente somos,
sin saber que acaso somos,
un espejo imperfecto.

Gracias a ese milagro
de daltonismo del tiempo,
cambiamos nuestra figura,
olvidando lo que somos,
porque ni siquiera somos,
en el minuto más nuestro,
el retrato más cubista
del espejo más siniestro...

Vale hacer las conclusiones,
dicho está lo que podemos,
somos acaso el Narciso
que todos llevamos dentro.
Sea divino el milagro
de la invención del espejo;
gracias a él nos creemos,
un Clark Kent visto por dentro,
aunque para el mundo somos
acaso un clon polifémico,
que busca su Galatea,
en las purísimas aguas,
convertidas en silencio.

Así lo dijo Tiresias,
y se cumplió el vaticinio,
cuando el pobre de Narciso
se enamoró de Sí mismo
en las aguas del espejo.


Frank Calle (9/ marzo/ 2024)

Aclaración para el lector:
Con doble intención el autor asume el mito de Narciso,
en sus versiones ante la fuente, y ante el quebrado espejo,
que refleja con sentido cubista y con interpretación
daltónica, su propia realidad polisémica y polifémica
de la belleza. Detrás de todo esto, está la presencia
de un Narciso, que es obra predictiva y en alguna medida
homosexual, del vaticinio de Tiresias.
Dicho esto, puede el lector sacar sus propias conclusiones.