Me gusta el aroma del café por las mañanas
me recuerda los días de niñez en la escuela
la dulce inocencia que se conserva en el alma,
los últimos días que compartí con mi abuela.
Me gusta la brisa que me acaricia la cara
y que lleva consigo los recuerdos de un mar
de la espuma y la arena, de su suave tonada
del vaivén de unos labios, de su azúcar y sal.
Me gusta el sonido de sonrisas en la sala
de juegos alegres, de travesuras y más
de dos princesitas salidas de un cuento de hadas
que conocen esa ruta hacia Nunca Jamás
Me gusta abrir los ojos y verte recostada
adivinar tu silueta, verte respirar,
que seas lo primero que cruce mi mirada
y que seas el motivo para despertar.
Me gustan muchas cosas, sencillas, complicadas
breves y discretas como un beso en el cristal
y algunas tan profundas, con huellas arraigadas
como el eco de un ¡Te amo!... a orillas de la mar.
D.R.