Avanzo por tus líneas prohibidas,
justamente como ayer lo soñaba,
es tu cuerpo mi fiel guitarra,
latiendo en mis manos floridas.
Arde tu infinita lencería,
ondula risueña tu espalda,
la vaporosa noche nos traza
con su angelina geometría.
En la ráfaga de mi respiro,
brota un apetito glorioso:
beso, muerdo y suspiro,
de tu centro a tu contorno:
los cuerpos son un abanico
de caricias sin retorno.