Raiza N. Jiménez E.

Ante Dios.-

Ahora, vivo triste, por tu inesperada ausencia.

Reviso mis recuerdos y veo que, eras tan feliz.

Echo de menos tu amor y, tu franca presencia.

Cierto, no esperé tu huida, tampoco, tú desliz.

***--***

Nadie podría imaginar que, huyeras del hogar.

Siempre, parecías un ser diáfano y muy alegre.

Tu actuar en este hogar, era digno de halagar.

Hoy repaso y no hay acción que, yo no celebre.

***--***

Cada hora, recuerdo esas lindas horas, contigo.

No fui tú dueña y, menos de ese, tu gran amor.

Me hiciste tanto mal que, ahora, yo te maldigo.

Al irte lejos, muy lejos, me harías un gran favor.

***--***

 

¡Cierto, no es fácil, volver ante un amor herido.

Más, si el “Ser que te hiere” en serio, tú has querido!