Raiza N. Jiménez E.

Hombre de Brega.-

En aquella casona blanca, vivía mi amor.

Un hombre recio en la tarea campestre.

También, ganado para, la pesca lacustre.

Parecía, no sentir, por nada, algún temor.

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Lo vi rodear aquel lago, en medio del calor.

Remando con rumbo a la tundra silvestre,

Calmado y sin miedo, en ese sitio agreste.

Sin dudas, era un hombre de mucho valor.

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Este hombre, no tiene arreglo, eso pensé.

Partió lleno de bendiciones y perplejidad.

Pero, era terco y majadero, para escuchar.

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Todo está en tus manos, le dije y me alejé.

Bogar, sin aperos, es de gran peligrosidad.

Es necio y dice, no poder vivir, sin navegar.