Decir que a mi ser he incorporado,
la nostalgia incesante compartida con el desvarío,
de mayo a mayo creciendo,
siendo para ser, un fuego en un naufragio...
Hace tiempo que navego sin rama en pico,
como navegante en peligro,
pues los años a mi corazón han amargado,
tras dejar irse a lo acabado...
Y se me cierne un presagio malo,
lento, implacable, al que no me acostumbro,
que me viene ardiendo helado,
al no llegar llegando, al no quemar quemando...
Contiene un feo aviso,
de presidio y salitre en el mástil del barco,
al que enreja un vaivén pulido,
lleno de viento, pintado en rojo azoramiento