Lucy Shines

MAVI

Y un día recibís la noticia menos esperada. Tu hijita, la que llevaste en tus entrañas, la que acunaste en tus brazos, la que tomaste de la mano hasta que dio sus primeros pasos, esos que te llenaron de alegría, con la que estuviste al lado hasta que logró leer las primeras líneas, a la que consolaste cuando tuvo sus primeras desilusiones con amigos en la adolescencia, ahora adulta, continúa siendo tu hija, tu compañera de viajes y de caminatas de fines de semana en las sierras, ella, la que siempre está a tu lado. Entonces recibis el peor diagnóstico, el que evitás nombrar, y todo tu mundo conocido se derrumba y se hace añicos. Y tenés que empezar a juntar los pedacitos como puedas y empezar a reconstruir un mundo diferente hecho de retazos y de recuerdos.

Hija querida, te fuiste una cálida mañana de comienzos de noviembre, este noviembre primaveral que va a quedar enclavado en lo más profundo del alma. Es que siento como si me hubiesen arrancado un pedazo de mi vientre y no sé cómo continuar esta vida. Todo se me hace difícil. Aún te veo en los diferentes lugares de mi casa adonde habitabas cuando te quedabas a dormir los fines de semana, en la pileta donde te metías y me acompañabas mientras yo tomaba sol en los veranos, en las caminatas bordeando el río, ese río que hoy me resulta tan triste. La tristeza me rodea, me invade y no tengo la menor intención de alejarla, al menos por el momento. Extraño las interminables y casi diarias charlas telefónicas, tus profundos análisis político- sociales, tus conocimientos de los diferentes lugares, a los cuales describías como si los hubieras visitado, tu interés por conocer de todo, tu increíble memoria de actores, películas, libros, temas musicales, capitales de países.

 

Querida hija:

 Siempre caminarás a mi lado bordeando el río,

estarás presente en todos los lugares de la casa,

esta casa de las sierras que visitabas tan seguido,

en fines de semana y temporadas de verano.

Extraño caminar a tu encuentro en el puente

cuando bajabas del bus los días viernes

y te quedabas a acompañarme hasta el domingo.

Continuaremos  conversando por teléfono,

esas largas charlas casi diarias,

en las que me comentabas de todo,

de películas, de literatura, de política.

Subiremos juntas de nuevo ese cerro de la cruz,

nos bañaremos en las cálidas aguas del río,

iremos juntas al teatro a escuchar a Nito,

o a mirar alguna obra imaginando otros mundos.

Extrañaré tus profundas críticas político-sociales,

tu aversión a las terribles diferencias económicas

de este régimen tan cruel y tan perverso,

tu rechazo a lo que llamabas “la dictadura digital”.

Ya no estarás más físicamente aquí

y duele tanto pensarlo que prefiero ignorarlo

y optaré por continuar conversando contigo.

Y si me creen loca, no me importará

porque te sentiré a mi lado,

donde siempre vas a estar.

¡Hija querida, por siempre, Mavi!

Susy Espeche

Noviembre de 2023