brir las pupilas es comprar un billete
en el barco mercante de la realidad,
que transporta a velocidad de cometas
partículas que soplan vientos de verdad.
Asombrosos pensamientos, como tornados,
nos permiten oír lo que se ve,
y en simetría, en danza, con trazos dorados,
ver lo que se oye, un mágico vaivén.
Como mares que reflejan la luna,
arrugada por el baile de las olas,
y embrujada por notas que nos importuna,
llegan a nosotros infinitas proas.
Las imágenes fluyen, cual película en danza,
que empieza y termina en un abrir y cerrar,
dejando en el aire una dulce fragancia,
susurros de vida que saben soñar.
En la profundidad del sueño se esconden
retratos imaginarios, cuentos sin fin,
cubiertos por la sábana que responde
a un mundo de sueños que empieza a latir.
Proyectados por el alma, en danza sutil,
como el corazón de un poema sincero,
bombea mágicas y extrañas metáforas,
deseos ocultos, un eco certero.
Huidas frustradas por una fuerte atracción,
en cada rincón del anhelo guardado,
en este universo de pura emoción,
las imágenes viven, siempre a nuestro lado.
José Antonio Artés