David Arthur

El laberinto de nuestro destino

El laberinto de nuestro destino

 

Observé con gratificación,

tu desnudez dormida,

la belleza de tu gracia seráfica,

bautizada con rayos de sol de la mañana,

tu semblante angelical

de pétalos de rosa pastel,

los contornos de tus labios sonrojados.

*

Me quedé un rato,

mirándote, cautivado aún

por la seducción de tu aspecto,

mis ojos se dezlizan por la maraña

en espiral de tus rizos, color de un atardecer,

cual olas acariciando una playa virgen,

alcazando tus pechos de nácar puro,

cubriendo discretamente tus perlas preciosas.

*

La luna era el testigo

de nuestra mutua aventura en el reino

de los placeres de la pasión, perdiéndonos

en el laberinto de nuestro destino;

el anhelo de bajar en la profundidad

de tus ojos esmeralda, el encanto de tu sonrisa

y de saborear el rocío dulce de tus labios

después de mi beso de buenos días,

fueron complacidos finalmente.

David Arthur ©®