alicia perez hernandez

SI ALGUNA VEZ…

SI ALGUNA VEZ…

 

Si alguna vez me hubieras amado como yo te amé.

Si alguna vez te hubieras enredado en mi piel como lo soñé.

Si alguna vez tú boca en mí boca se hubiera posado, mil besos

de tú boca me hubieras dado, con sabor a cereza y miel.

Si alguna vez el amor nos hubiera encontrado, hoy tú serías mío y yo seria tuya,

hoy no estarías por falta de amor llorando.

Si alguna vez yo te hubiera conocido, de un amor ficticio no estaría yo hablando,

y en mis labios y en mi vida, en mi piel estarías hoy viviendo.

Si alguna vez en mi vida hubieras estado, de amor te estaría llenando

y en tú vida no habría tristezas, ni penas, que ahora te están destrozando.

Si alguna vez mis ojos en tus ojos se hubieran posado, seguro hoy

me estarías recordando, y viviríamos la pasión de un amor inolvidable,

 y la entrega de dos almas que nacieron para amarse.

Si alguna vez te hubiera conocido a amarte me hubiera dedicado,

porque no hay mejor cárcel que estar presa de un amor tan grande.

Si alguna vez apareces en mi camino? espero reconocerte cómo el hombre

que alguna vez vi en mis sueños y eres enviado por Dios,

para que vivamos unidos ahora y por la eternidad la pasión del amor.

Y… Si alguna vez te veo por allí seguro te reconoceré como el amor mío.

Si alguna vez me ves por allí, Amor, vivamos la pasión de un gran amor!!

Siempre tuya, siempre mío. Ojos míos de mi querer!!

Eres fácil de amar y difícil de olvidar!!

 

Alicia Pérez Hernández México

No es la pluma la que escribe, es el alma

Todos los derechos reservados©

 

CONVERSACION 

Dios te perdone al fin tanta tortura:
bien que a tu mano la movió el despecho
y daga fina hundísteme en el pecho,
que no te sea la existencia dura.

Que una vez más conozca la amargura
importa poco; el corazón deshecho
aprende más con su impiedad. Bien hecho;
gracias, amigo, que esto me depura.

Iba teniendo una sospecha vaga
de que la llama del placer se apaga
poquito a poco en el camino humano.

Temblaba acaso por su leve abrigo,
pero inquietud me ahorras, buen amigo,
que de un golpe la ciegas con tu mano.

Autor del poema: Alfonsina Storni