Al Duborg

Volvimos del adiós...

 

Mientras tus pupilas brillen

no habrá sombra en el camino,

que se interponga al destino.

Mientras tus ojos titilen

no habrá pretexto que valga

y en la sensatez no salga

mientras mis ojos te miren.

No podrás mirar de frente

y pasar por indolente

lo que tus ojos me dicen.

Basta una leal palabra,

que cosquillee al oído

y tu corazón herido

con solemnidad nos abra

las puertas de la razón

para que acceda el perdón

y se escabulla el olvido.

 

En tu mirada coqueta

se cruzó la picardía

y en unos labios perdía

los ejes de mi carreta.

De aquella mirada inquieta

 vi como la hermosa luna

reflejaba en mi laguna

aquel mágico cortejo

y de un guiño zagalejo,

ha vuelto a mí la fortuna.