Moisés Sánchez

Primero de julio del dos mil veintitrés.

Sigo dudando sobre escribirle una carta. En realidad, pienso, ¿Por qué debería?
Han pasado más de dos años que no tengo nada que ver con su nieta, y aún así, sin saber por qué, siento que debo hacerlo.

 

Esto va más allá de cualquier vínculo que pueda tener o no con ella, esto va de agradecer y pedir perdón...
-¿Agradecerme algo?
Pensará usted...
Sí, agradecerle esa, digamos, confianza que me tuvo cuando la única vez que intercambiamos palabras, me preguntó si queria a su nieta,
-Por supuesto que la quiero
Respondí con la verdad por delante (lo juro)
-Bueno, cuídela mucho
Me dijo con mirada francay yo, sin decirle nada, me hice un juramento:
Cumplirle.

 

Es aquí donde entra el pedirle perdón, y es honesto, ya lo hice con su nieta hace no mucho; ( y pude, por fin, cerrar ese capítulo y recibir con las manos llenas las bendicioones que la vida me tenga).
 Perdón porque en verdad lo intenté, me equivoqué, y dañé, incluso quebré a quien prometi cuidar.
Dicen que en la vida no hay que arrepentirse de nada, pero es que es imposible no sentir remordimiento después de ver todo lo que no fue.
Basta ya de golpes de pecho, es hora de cerrar también la promesa que no fue (me gustó esa frase, escribiré algo con eso) y seguir adelante.
Que sepa que me he acercado mucho a dios a raíz de las muerts de mis abuelitas y abuelitos, tios y primos, así que tenga la certeza de que le pido a dios por ellos y por usted.

 

Cuídese mucho, le mando un abrazo y aunque esto ya lo sabe...

 

Dios nos bendice.